LA SOCIEDAD PATRIÓTICA DE AMIGOS DEL PAÍS DE VERA (1776-1808) Y EL EMBLEMA DE DON ANTONIO JOSÉ NAVARRO LÓPEZ

Vera contaba en el padrón de habitantes de 1776 con 5907 personas (2105 en el casco urbano y 3802 en el arrabal). Su economía era similar a la del resto de Andalucía. De subsistencia. Siendo la mayor parte de sus gentes pobres jornaleros temporeros cargados de hijos que serían analfabetos de por vida, tenían que malvivir de su pobre sueldo o de cultivos como el trigo, la cebada, el maíz, el cáñamo o el lino. La pesca ayudaba en algo en la carestía de alimentos y la industria era inexistente. Los vagabundos abundaban.

Pero todo pareció cambiar en enero de 1775; el Concejo de Vera recibió una carta circular del Consejo de Castilla dirigida a los intendentes de provincia. En ella se recomendaba la lectura del Discurso sobre el fenómeno de la Industria Popular, animando a las ciudades y villas a establecer unas Sociedades Económicas o Patrióticas de Amigos del País, para poner en práctica la doctrina que las llevaría a la prosperidad. Los veratenses ilustrados del cuerpo municipal y las clases rectoras –nobleza y clero- se entusiasmaron con el proyecto. Vera fue la cuarta ciudad en configurarse a nivel nacional. La primera del reino de Granada.

Tras la entrega de los Estatutos (10-06-1776), los socios se propusieron crear una industria popular, la habilitación de colegios y otras medidas ilusionantes que harían sacar a Vera y a los pueblos colindantes de la desidia. Esos pueblos eran: Mojácar, Sorbas, Antas, Turre, Lubrín, Bédar, Lorca, Vélez Rubio y Vélez Blanco y pretendía llevar su influencia y “sus luces” hasta la ciudad de Almería.

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             (…) Tradicionalmente, los cuerpos patrióticos adoptaban una divisa o empresa y un sello. El de Vera no faltó a la regla. Estipulaban los estatutos: “Será cuerpo de la empresa un monte conocido en la comarca con el nombre de Cabezo del Espíritu Santo… con la vista por oriente de esta ciudad, la del mar, sierra Cabrera y toda la campiña, entrando por el camino que viene de la Corte. Encima del monte, un sol esparciendo rayos alrededor con este mote: “Utilitati patriae undique foventi”. Esta empresa servirá de sello. El dibujo de la empresa se encargó a D. Antonio Navarro, cura de Vélez Rubio, quien lo entregó al poco tiempo. En él venían fiel y elegantemente reproducidos todos los elementos descritos en los estatutos, agrupados dentro de un círculo ligeramente elíptico y estirado hacia los lados. El óvalo que formaba el marco llevaba la inscripción. “Sociedad Patriótica de la ciudad de Vera y su Jurisdicción”, nombre que habían elegido los socios. A guisa de orla, había dispuesto el artista una serie de objetos simbólicos alusivos a las tres principales actividades de la comarca: agricultura, pesca y artesanía. La clásica trilogía mediterránea “trigo, vid, olivo” figuraba al mundo de los campesinos. Un pececito colgado del sedal de una caña de pescar y un trasmallo repleto de peces evocaba la tradición marinera de los naturales, mientras que una hoz dentada, un hacha, una rueca y un torno de hilar recordaban las faenas agrarias y forestales, y las labores de artesanía casera. Quedaban enlazados todos los detalles de esta guirnalda por una cinta rizada y decorativa. Particularmente logrado, armonioso y sugestivo, el emblema de Vera no sólo rivalizaba con los  de otras Sociedades sino que superaba a muchos de ellos. (Demerson, Paula; Jorge. LA SOCIEDAD PATRIÓTICA DE LA CIUDAD DE VERA Y SU JURISDICCIÓN (1775-1808))

cerro contraste

Centrando nuestro interés por la figura del eclesiástico ilustrado don Antonio José Navarro López (Lubrín, 1739-Baza, 1797) diremos que realizó sus estudios secundarios en la ciudad de Murcia, obteniendo el título de bachiller en Artes y Sagradas Escrituras, y la carrera en Alcalá de Henares y Orihuela, doctorándose en 1761 con el título de maestro en Sagrada Teología. Consiguió después empleo en Vera como catedrático de Teología Moral, lo que le permitió viajar a Lubrín y descubrir yacimientos de amianto antes de recibir las órdenes sacerdotales y ganar por oposición un beneficio en la parroquial de Olula del Río y en Vélez Rubio. Llegó a ser Abad de la colegiata de Baza.

antonio josé navarro lópez

Además de ser un gran orador, su gran pasión fue la Historia Natural o Ciencias Naturales, siendo su primer maestro el naturalista francés Conde de Bufón. A las órdenes de Floridablanca (primer ministro de Carlos III) logra modernizar la red de carreteras de Levante. La muerte truncó sus ilusiones a los 54 años, habiendo participado activamente en esta Sociedad de Vera. (GUILLÉN GÓMEZ, Antonio. Antonio José Navarro López. Lubrín, 1739 – Baza, 1797).

Fomentando la utilidad de la patria por doquier, la Sociedad Patriótica de Vera experimentó gran auge hasta el año 1783, ayudados por la Sociedad Matritense. Una Real Orden de ese año prohíbe la exportación del esparto en rama, base del éxito de la Sociedad veratense. La obligación de pagar el préstamo concedido de 30.000 reales acabó por nublar los ánimos de los socios.

Si bien la Sociedad Patriótica de Vera no recogió sólo rosas, sino que encontró también no pocos abrojos en su camino, es un hecho inconcluso que su acción fue beneficiosa para la ciudad y su partido. Luchó con tesón contra el paro y la vagancia, proporcionando trabajo a los braceros, marineros y mujeres desempleados; emprendió una campaña de mentalización de la población, convenciendo a los holgazanes que su inercia les condenaba a la miseria. Al cabo de varios años, pudo el secretario declarar con una satisfacción algo farolera que la comisión de vagos y holgazanes no había tenido en que emplearse “pues todo el vecindario procuraba vivir bajo el más industrioso afán y desechando la ociosidad”. Manifestó un gran espíritu caritativo, de marcado matiz cristiano, socorriendo incesantemente a enfermos, presos y necesitados, compartió las dificultades de los agricultores y les ayudó eficazmente en varias circunstancias. Señaló nuevas fuentes de riquezas, enseño técnicas modernas de trabajo, fomentó unas manufacturas y trató de revitalizar el país, aumentando el tráfico comercial (…)

Perseverante, dotada de un notable espíritu de iniciativa y animada por una ardiente llama patriótica, la Sociedad de Vera se granjeó muchas simpatías, así populares como ilustradas y varios personajes condecorados se alistaron en sus filas en calidad de honorarios cuando menos. Por insuficiencia de caudales empezó a periclitar como pasó con todas las Sociedades de medianas proporciones. Si prolongó su vida fue gracias al desinterés y abnegación de muchos de sus socios. La “Guía de Forasteros” atestigua su funcionamiento hasta 1808, año en que casi todos los cuerpos económicos del reino dejaron de existir o suspendieron sus actividades. Se restableció en 1816, pero sobre nuevas bases y con una filosofía distinta. Creada cuarenta años antes, la auténtica Sociedad de Vera, la “Primogénita” en que se complacía Carlos III, había muerto ya para siempre. (Demerson, Paula; Jorge. LA SOCIEDAD PATRIÓTICA DE LA CIUDAD DE VERA Y SU JURISDICCIÓN (1775-1808))

 

 

Manuel Caparrós Perales

Archivero Municipal de Vera

21-03-14

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