CUANDO LA CULTURA POPULAR AFLORA

Apasionado por contar las cosas con palabras escritas, ahora que puedo y liberado de obligaciones por mi condición de jubilado, con placentero gusto, de momento, hago un receso en la publicación de artículos educativos y panorámicas de nuestra ciudad de Vera en los periódicos donde habitualmente escribo para, como es mi expreso deseo, adentrarme en la investigación de otro mundo fascinante que descubro acerca de relatos, leyendas, lugares, costumbres y tradiciones de nuestra Vera querida y que, con independencia de nuestro abundante y rico patrimonio histórico – cultural, si Vds. me permiten, lo titulo, simple y llanamente, “Cuando la cultura popular aflora”.

Me complace decir que, para situar al lector, la cultura popular es definida como la manifestación literaria y artística preferentemente de clases populares, es decir, la de baja instrucción académica en contraposición con la cultura academicista: la alta, elitista y excluyente; pero, aquélla, con la escolarización en el s. XX, abandona su carácter estático para convertirse en elemento dinamizador que, en ocasiones, desborda la creatividad de las vanguardias académicas.

Pues bien, dicho lo anterior, indagando en el rico y copioso Archivo Histórico Municipal de nuestra localidad sobre el tema objeto de mi atención, D. Manuel Caparrós Perales, funcionario responsable del mismo, presto y solícito, me facilita cuantos requerimientos son de mi interés y, ante mí, hace la presentación de dos libros de D. Pedro Contreras Salas: “El Señorito y otros relatos” y “Cuentos y Leyendas de Vera” y una publicación de Dª Carmela Batlles Ferrera sobre “El folklore veratense”, editada en el Libro de Feria de Vera de 1966. Ambas publicaciones aportan, como bien dice D. Pedro, “testimonios que, escuchados por la gente, nadie sabría de ellos, a no ser por estos libros”.

Entretenido en las lecturas de los libros de Contreras y la publicación de Dª Carmela, vaya por delante mi reconocimiento al arduo y duro trabajo de investigación de sendos escritores, quienes, rescatando antiguas historias sobre costumbres, relatos y leyendas de personajes variopintos, de forma decisiva, han contribuido al conocimiento de esa cultura popular e identitaria de nuestro pueblo de Vera y, por supuesto, en aras a la riqueza de nuestro patrimonio cultural.

D. Pedro, carnicero de profesión, aunque ya jubilado, con anterioridad había sido cocinero en Mojácar, Cataluña y Francia. Es conocedor del mundo de la emigración y el duro y penoso trabajo desde la distancia. Hombre autodidacta y apasionado en el estudio de nuestras raíces, su obra literaria, de lenguaje claro, sencillo y directo en el contenido, se enmarca dentro de la llamada lírica tradicional o popular como, con perfección milimétrica, bien refleja en “Estampas de nuestra tierra”. Además de ésta y las anteriormente citadas, es poseedor de un manuscrito inédito sobre la “Vida y obra del trovero Pepe Raspajo”.

Pero esto no es todo. Ahondando en el tema objeto de estudio, en mi poder se halla un libro que me dedica la que fuera profesora del C.P.”Reyes Católicos”, Dª María Jesús Cazorla Núñez, amiga, y, a la sazón, antigua compañera de trabajo, cuyo título “Juegos infantiles de Vera” es un precioso trabajo de investigación infantil sobre algo que interesa primordialmente a los niños: el juego. En él se recogen casi todos los practicados en Vera durante el siglo pasado, buscando el alumnado datos sobre los mismos a través de la única fuente existente: la tradición oral. ¡Estupendo trabajo, amiga!

Ya avanzado en años, D. Ezequiel Navarrete Garres, hombre extremadamente culto y polifacético donde los hubiere, titulado en Marina Civil, empresario, ejecutivo de Deretil y, tiempo atrás, alumno de la profesora Celia Viñas, es autor de cientos de artículos periodísticos, ensayos, conferencias y varias obras literarias, entre ellas, un poemario a nuestra ciudad de Vera titulado “La ciudad, el campo y la ribera”, donde, exclusivamente, canta en verso las variadas facetas de nuestro paisaje para, sobre todo, recrearse en los rincones y lugares de su pueblo de larga historia: su Vera querida. A ritmo entre copla y romance, con versos octosílabos, acompaña al poemario, cómo no, dibujos de su amigo Manuel Ruiz García. Ezequiel plasma en toda su obra, con brillantez y exquisito gusto, el acervo cultural y valores éticos que desbordan, como dije al principio, la creatividad de las vanguardias académicas. A ella hay que añadir la muy popular habanera “Aires de Vera”, con música de Antonio Martínez Nevado y el pasodoble “A la vieja plaza de toros”, música de Miguel Caparrós Belmonte.

Abundando sobre lo dicho, otros dos veratenses de pura cepa, octogenarios con vínculos consanguíneos familiares “a más inri” y, además, genuinos representantes del afloramiento de la cultura popular de nuestra ciudad, con independencia de ser poseedores de un vasto saber, de un extenso conocimiento y de una experiencia sobradamente acumulada, me es grato decir sobre ellos que su magnífica contribución en la transmisión verbal de relatos sobre personajes, vivencias, vicisitudes y situaciones pasadas nos deja un legado oral de incalculable valor y, esto que cuento, nos ha posibilitado disfrutar en nuestra condición de espectadores como si fuesen ellos los personajes reales o protagonistas de lo narrado , es decir, saborear una cultura propia contada por personas, que, a lo mejor, si estos relatos fuesen reflejados en un libro, nunca hubiesen llegado hasta nosotros ni hubiesen asombrado a propios y extraños. Esto que trato de explicar es la cultura popular oral, la no escrita. Pues bien, me estoy refiriendo a dos personas muy conocidas en Vera: D. Manuel Ruiz García y D. José Antonio Ruiz Marqués.

D. Manuel Ruiz García, en su dilatada vida profesional, ejerce como empleado de Banesto y con diferentes responsabilidades en distintos departamentos, ostentando la dirección de dicha entidad en Aspe, Villena y Benidorm. También, sus pasiones: el fútbol, los toros, la pintura y el teatro, le llevan a formar parte la directiva del Club Deportivo Vera, a actuar como actor y director en obras teatrales del municipio, a formar parte, como vocal, del Club Taurino Veratense y a desarrollar uno de sus hobbys preferidos: la pintura, exponiendo su rica variedad pictórica en el Convento de los Padres Mínimos de Vera y otros lugares de interés.

En relación a D. José Antonio Ruiz Marqués, decir que si en algo se distingue sin hacer acopio a sus virtudes y cualidades humanas, con independencia de su brillante ejecutoria profesional y acendrado amor al trabajo,- administrativo en una empresa de calzado y Director de Caja Rural de Vera durante toda su vida -, es por su capacidad de servicio hacia los demás, es decir, su espíritu altruista y filantrópico.

Su inquieta actividad, en su condición de Socio Fundador y directivo del Club Deportivo Vera, Presidente del Club Taurino Veratense, Presidente de la Sociedad Recreativa Cámara Agrícola, Presidente de la APA del C.P. Reyes Católicos, Cofrade de la Hermandad de San Juan Evangelista y colaborador periodístico en búsqueda de datos para los diarios El Ideal, La Voz de Almería y Crónica, le hacen digno acreedor para que el Excmo. Ayuntamiento de Vera y otras instituciones religiosas le galardonen, en su día, con los premios de Veratense del Año 1.991, Pregonero de la Semana Santa, año 1.993 y Pregonero de la Feria de Vera, año 2.001.

Por último, manifestar, que este elenco de personas que cito, con su contribución oral y escrita, sin duda alguna, han favorecido nuestro rico patrimonio cultural, siendo expreso deseo de quien esto escribe, felicitarlos por su magnífica participación en aras a elevar, de una forma u otra, el nivel cultural de nuestro municipio y, más concretamente, por aflorar la cultura popular de nuestra Vera querida.

Diego Morales
D. Diego Morales Carmona

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