UNA DISCIPLINA PENDIENTE: FILOSOFÍA

Con mucho aprecio y estima dedico esta publicación a mi amigo Manolo Gallardo Ruiz, estudioso de los representantes fundamentales de la Filosofía de la Antigua Grecia y, últimamente, amante, también, de todo lo relacionado con la Filosofía Política.


Una disciplina pendiente: FILOSOFÍA
Finalizados mis estudios de Bachiller en el Instituto Laboral “Fernando el Católico” de  Vera, una de las pocas carreras que estaban al alcance de mis posibilidades y que mis padres podían ofrecerme, con mucho sacrificio,-yo me llevaba más de la mitad de su sueldo- era Magisterio, que se podía estudiar en Almería. Otra opción académica distinta a ésta conllevaba trasladarse a Granada como lugar más cercano. Allí se podía estudiar, entre otras, Derecho, Ciencias, Medicina y Filosofía. Esta última estaba muy de moda y era una de las opciones preferidas entre los estudiantes que iniciaban estudios universitarios. Al final, decidí por la primera.
Pues bien, más tarde, terminado Magisterio, tras conseguir una beca que en un principio me había sido denegada, pude matricularme, finalizando el curso académico 1968/69, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada. Tras dos meses de asistencia a clase, el aprendizaje cosechado fue mínimo, pero mi inquietud por cursar estudios de Filosofía nunca se había perdido gracias a la influencia de uno de mis más preciados profesores a lo largo de mi vida como estudiante. Erudita y amante del conocimiento, ella, Dª Concha Zorita Tomillo, profesora de la Escuela Normal de Magisterio de Almería, con magistral estilo, nos ilustraba, en primer curso de carrera, en Lógica y Ética, ramas de la Filosofía que estudian: una, las formas y principios generales que rigen el conocimiento y pensamiento humano y, otra, el bien y el mal y sus relaciones con la moral y el conocimiento. Me viene a la memoria, en la asignatura de Lógica, el hincapié que hacía en el estudio del silogismo como  razonamiento deductivo formado por tres proposiciones que integran dos premisas y una conclusión, siendo esta última una inferencia o deducción de las otras dos. Nos decía Dª Concha que el padre del silogismo era el filósofo y pensador griego Aristóteles, discípulo de Platón. Sócrates, maestro de Platón, fue un gran filósofo ateniense de la Filosofía occidental y universal, quien- sirva como recordatorio – fue acusado de desprecio a los dioses y de corromper la moral de la juventud. Declarado culpable y condenado a muerte fue envenenado con cicuta. Platón, su discípulo, recoge en su “Apología” la defensa en su juicio. Todos ellos, grandes pensadores, fueron los representantes fundamentales de la Filosofía de la Antigua Grecia.
Si en primer curso dije que mi prócer e insigne profesora nos había ilustrado en Lógica y Ética, en segundo de Magisterio, Dª Concha, nos dio clases de Metafísica y Ontología. Sobre la primera nos decía que era una parte de la Filosofía que trata del ser, mide sus principios, propiedades y causas primeras y, sobre la segunda, que era una parte de la primera que estudia el ser en general y sus propiedades.
Aprobadas las Oposiciones a Ingreso en el Magisterio Nacional, fui destinado a Almería, donde ejercí durante tres años mi profesión como Maestro de Enseñanza Primaria. Con la ilusión de mi primer trabajo y entregado en cuerpo y alma al mismo, abandoné toda idea que interfiriese o restase dedicación a mi actividad profesional. Ahora, con el paso del tiempo, cada vez que lo pienso, no me arrepiento de haber tomado la decisión que, en su día, adopté, pero de haber elegido otra diferente, otros derroteros, ¿qué hubiera sido de mi destino? ¿Y de mi vida? ¿Está prefijado el destino del ser humano? ¿El libre albedrío? ¿Hay un motivo para todo o suceden las cosas simplemente al azar, sin causa alguna? ¿El origen de la vida? ¿El mundo cósmico? ¿La vida extraterrestre? ¿La vida tras la muerte?…
Sería harto complejo entrar en ese mundo del pensamiento sobre las grandes preguntas existenciales del ser humano: la existencia, el ser, la idea de Dios, la cuestión sobre el bien y el mal. La Filosofía se basa en la concepción racional, busca respuestas a esas preguntas y la Religión se apoya en la fe.
El filósofo, intuyo, busca el saber y su curiosidad le lleva a investigar acerca de las causas últimas de las cosas. El acto de filosofar es intrínseco al ser humano. Los grandes pensadores son los pilares de la Filosofía, disciplina que analiza de forma racional el sentido de la existencia humana.
Acabo esto, amigo Manolo, sin citar para nada a los más genuinos representantes de la Filosofía en el devenir de su historia, así como sus aportaciones y reflexiones. Sé, amigo, cuáles son mis limitaciones en esta esfera del saber y, por tanto, no deseo entrar en profundidades; pero declino en ti, por tu condición de gran pensador, el afán de perseverar en el estudio de esta disciplina y, más concretamente, como dije al principio, en ésa que tanto te gusta: la Filosofía Política, para que, cuando nos reunamos, en nuestras conversaciones, me ilustres como en su día lo hizo mi docta y sabia profesora antes citada.
diego morales

  Autor: Diego Morales Carmona

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