LA VIEJA ESCUELA EN EL RECUERDO

En mis paseos diarios, oyendo el programa radiofónico “Herrera en la onda”, de Onda Cero, escucho, entre otros, con mucha atención, uno que hacía referencia a la Ley Wert. Se debatía, entre los contertulios invitados al programa, el tema siguiente: ¿”Salen los alumnos de ahora mejor preparados e instruidos que los de antes”? Muchos radioyentes participaron en la tertulia y sus opiniones, interesantes por variopintas, reflejaban sus propias ideas y pensamientos de conformidad con la época de realización de sus estudios. El tema en sí, aunque a la ligera, suscitó que se comentaran los distintos sistemas educativos en el devenir del tiempo, es decir, desde la antigua Ley Moyano hasta la LOMCE (Ley Wert), pasando por la EGB, LODE, LOGSE, LOCE y LOE.

Ahondando sobre lo dicho, quien esto escribe, admirador de la Vieja Escuela, hizo la siguiente publicación en el Libro de Feria de Vera de 2.006:

“…He de significar que si los tiempos han cambiado, los sistemas de enseñanza, también, acompañados estos últimos, recientemente, de planes, proyectos educativos y nuevas tecnologías – Internet-; pero haciendo un ejercicio de reflexión en el transcurso del tiempo y no poniendo en entredicho nada de lo que pueda ser útil al actual sistema educativo, hoy, bajo mi modesto y particular criterio, por lo que veo, el alumnado al que se le imparte enseñanza no sale tan preparado como el de la Vieja Escuela, la cual con sus defectos, reflejaba un tipo de enseñanza basada en la instrucción de conocimientos memorísticos; pero, por contrapartida, los mismos iban acompañados, en materias instrumentales – Lenguaje y Matemáticas-, de la praxis en cada una de las disciplinas impartidas.

Expuesta esta breve introducción, valga como ejemplo, en el área de Gramática, la insistencia de los viejos profesores en las lecturas individuales de textos; realización de dictados, previo aprendizaje de las reglas ortográficas; legible caligrafía; cuidado de márgenes; correcta redacción de textos con utilización de signos ortográficos; análisis morfológicos y sintácticos, etc.

En el área de Aritmética, la realización de operaciones instrumentales , incluidas raíces cuadradas; múltiplos y divisores; números primos y compuestos; descomposición factorial, m.c.d. y m.c.m; fracciones y operaciones prácticas con las mismas; números decimales, etc. y un largo etcétera, así como el estudio de la Geometría y ejercicios sobre temas explicados y planteamientos en la resolución de problemas, podríamos decir, conformaban todo el aprendizaje y saber en estas disciplinas.

La Geografía, con el estudio de los ríos de España y Europa, su nacimiento y desembocadura, ciudades por donde pasa y afluentes; cadenas montañosas españolas y europeas, sus picos más relevantes; las costas y sus accidentes geográficos, etc., etc., señalados en el mapa, era la constante y el hacer diario del alumnado de la Vieja Escuela.

La Historia era otro cantar. Conocer la Historia desde los hombres primitivos hasta la Edad Contemporánea; reinados y reyes, así como fechas y descubrimientos, etc. era la tónica general que el alumno, con su estudio y aplicación, debía responder al maestro cuando éste le preguntaba.

Todo este saber era reflejado en el Cuaderno de Rotación del Alumno, quien éste, diariamente y uno a uno, con tinta china negra y roja, plasmaba, con total responsabilidad, todo lo realizado durante todo el curso escolar. El referido Cuaderno, fiel reflejo del trabajo diario, era supervisado, en sus visitas, por el Inspector de Educación.

El libro de estudio era la Enciclopedia Álvarez, que contenía todas las disciplinas de la enseñanza. Hoy, algún que otro viejo maestro la tiene en su mesa para consultar y recoger su saber, por su rigor y precisión y, al mismo tiempo, por sus lecturas anecdóticas, tan pocas utilizadas, en la actualidad, como ejercicio de motivación para el alumno.

Por otra parte, el respeto del alumno al maestro, la autoridad de éste y el reconocimiento de la Comunidad Educativa de antaño a la figura del MAESTRO, con mayúsculas, hoy por hoy, brillan por su ausencia.

Por último, decir que los estereotipos inconfundibles de la Vieja Escuela, propios de la época, eran el crucifijo, la imagen de la Inmaculada Concepción, las fotografías de Franco y José Antonio, la vetusta mesa del maestro, el encerado negro, mapas de cartón, las bancas bipersonales con agujeros para los tinteros, los armarios de madera, atlas geográficos, regla, escuadra y cartabón, el puntero del maestro, así como aulas abarrotadas de alumnos de diferentes edades y heterogeneidad en conocimientos. Lo más destacable, la figura del docto y sabio maestro que, muy mal retribuido – “pasas más hambre que un maestro de escuela”, dice el dicho,- con su esfuerzo y tesón, dedicaba todo su saber al servicio de la docencia “.

Algunos de nosotros, hoy, visto lo que hay y cómo está la sociedad, rememoramos aquella escuela en el recuerdo.

Diego Morales Carmona
Diego Morales Carmona

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