El juego de Leda

Fue por el lejano año de 1.878 cuando la Reina de Esparta Leda y su cisne, llegaron desde París a Vera. Posados sobre el hierro fundido de la fuente, en el centro de la Plaza Mayor, han visto pasar a miles de veranteses, de diferentes poses y sinos, compartiendo con ellos sus esperanzas, anhelos, alegrías, tristezas y miedos.

Han pasado 141 años, y Leda con su cisne, quieren descubrirte, a ti, veratense del siglo XXI, la apasionante historia de tu ciudad, a través del juego que tienes en tus manos. Casilla a casilla, irás conociendo los personajes y los sucesos más importantes de nuestros miles de años de historia, sin los cuales no se entendería ni a la Vera del año 2019, ni a las gentes que siguen haciendo historia por sus calles.

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VERA SUMERGIDA. EL MIOCENO. 23 MILLONES DE AÑOS.

En el lejano periodo geológico del mioceno las tierras de Vera estaban sumergidas bajo un mar cálido que llegó a almacenar unas cantidades importantes de sedimentos marinos y que albergó vida, como las ballenas prehistóricas, cuya existencia se ha demostrado por los restos fósiles encontrados de sus vértebras en las inmediaciones el cerro del Hacho. Con el paso del tiempo, durante millones de años, la combinación de la orogénesis de las cordilleras Béticas y de la retirada del mar modelaron los paisajes que pisamos. Así, la gran cuenca sedimentaria de Vera-Cuevas del Almanzora–Antas encierra hoy en su subsuelo unos peculiares y variados testigos de los pasados tiempos geológicos, como pueden ser fósiles, la geoda gigante de yeso de Pulpí, los minerales de plomo, la plata, la barita de la Sierra Almagrera, las coladas volcánicas de verita, las piedras redondas de la Loma… Son tesoros geológicos petrificados que hoy dan lugar a paisajes singulares.

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VULCANISMO DEL MIOCENO/TORTONIENSE. 8 MILLONES DE AÑOS

Este vulcanismo de la cuenca de Vera solo representa una pequeña fase del vulcanismo del sureste de España y de África del norte y se relaciona con la orogénesis alpina, originada por movimientos dirección N/S de la placa Africana, expansión hacia el oeste del dominio de Alborán, y por los juegos de fallas activas que corren desde las Béticas hacia el Rift y su consiguiente colisión. Eso hizo que una parte de la litosfera oceánica de la placa africana se hundiese localmente desde el oeste hacia el este bajo la corteza continental de Gibraltar. Fruto de ese vulcanismo reciente es la verita, roca característica de nuestra tierra, o del Cabezo María, de Antas.

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PREHISTORIA.  PALEOLÍTICO Y NEOLÍTICO. 1.000.000 DE AÑOS.

Los restos de los primeros homínidos fueron descubiertos en Etiopía (2,5 millones de años). La Prehistoria en la península ibérica comienza con la constatación de la existencia de los primeros miembros del género Homo (Homo Antecessor, Atapuerca), de hace más de un millón de años, dedicados a trabajar la piedra y la producción de herramientas para su uso diario, testigos y pruebas de su paso por el mundo. Las especies humanas surgen, desaparecen y se mezclan de una manera muy compleja durante muchos milenios. Estudiando a un humano mucho más evolucionado, el Neolítico en nuestra tierra está representado por la Cultura Almeriense (4000-3000 a. C.), con asentamientos en cuevas, monumentos megalíticos y cerámica cardial.

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EDAD DEL COBRE O CALCOLÍTICO. LOS MILLARES. 3100-2200 a. C.

Es una cultura prehistórica del sudeste de la península ibérica, posterior al Neolítico, que aceleró considerablemente su evolución técnica y se extendió por la Andalucía oriental y el levante español. Se caracterizaba por encontrarse en asentamientos de cierta entidad con presencia de fortificaciones que contenían viviendas de planta circular construidas en piedra, donde se desarrolló la metalurgia del cobre, elementos campaniformes y una economía de intercambio y cuyos enterramientos eran megalíticos colectivos, tipo tholos y en cuevas e hipogeos, encontrándose diferencias sociales en sus ajuares. Los cultivos preponderantes eran el trigo, la cebada, el haba y la lenteja, observando los primeros sistemas de regadío por acequias y siendo la cabaña ganadera y la caza otro de sus recursos, utilizándose sus derivados. También la vid y el olivo. Se hacía uso del arado, del carro y se constata la creencia en dioses guerreros masculinos. Se considera como una sociedad compleja. Algunos yacimientos son el de Los Millares o el de Almizaraque (Bajo Almanzora). En el Palmeral hoy disfrutamos de una reconstrucción de vivienda eneolítica o calcolítica.

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EDAD DEL BRONCE. CULTURA ARGÁRICA. 2300-1100 a. C.

Es una manifestación y expresión de los poblados del sudeste de la península ibérica en la Edad del Bronce y tiene importancia por el proceso de extensión de la jerarquización social. Se caracteriza por la existencia de poblados situados en áreas de difícil acceso y que podían estar fortificados, casas de planta cuadrada construidas con piedra y adobe, enterramientos en cistas, tinajas o covachas bajo el suelo de las propias viviendas, una clara uniformidad material y la abundancia de armamento militar. Iniciaron su estudio los hermanos belgas Enrique y Luis Siret, arqueólogos e  ingenieros de minas de Sierra de Almagrera. Se divide en dos fases: en la primera hallamos enterramientos de una élite masculina que aparece con  alabardas y puñales; en la segunda la élite masculina aparece con espadas largas. Otra de la características materiales es la existencia de elementos campaniformes y la típica copa argárica de arcilla. Las casas estaban compuestas por varios recintos separados de muros rectos que se agrupaban en núcleos compactos sobre terrazas escalonadas. El yacimiento arqueológico más significativo está ubicado en Antas.

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HISTORIA DEL HOMBRE EN LA PENÍNSULA. LA ESCRITURA. LOS IBEROS. SIGLO VII A. C.

El concepto de cultura ibérica no es un patrón que se repite de forma uniforme en cada uno de los pueblos identificados como iberos, sino la suma de unas culturas individuales que a menudo presentaban rasgos similares, pero que se diferencian claramente de otros. La primera referencia que se tiene de los iberos es a través de los historiadores y geógrafos griegos. Al principio, los griegos utilizaron la palabra «ibero» para designar el litoral mediterráneo occidental y, posteriormente, para designar a todas las tribus de la península. La lengua ibera es una lengua que está documentada.

La sociedad ibera estaba organizada en castas fuertemente jerarquizadas, cada una con una misión perfectamente definida: la guerrera y noble, con prestigio y poder, era la más pudiente; en la sacerdotal los hombres leían el futuro en los intestinos de los guerreros enemigos y las mujeres eran el vínculo entre la vida y la muerte y los dioses. Los artesanos eran muy apreciados porque transformaban la materia prima en objetos útiles. El pueblo llano se dedicaba a los oficios más duros.

Según el geógrafo Estrabón se fusionaron con los fenicios tras su llegada a las costas del Levante.

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VII A. C. BARIA (VILLARICOS).

El municipio de Baria, en la actual Villaricos (Cuevas del Almanzora), dedicado a la producción de salazones de pescado para la exportación, era la capital de la región, sede de las instituciones políticas, económicas e ideológicas del Imperio romano. En fases anteriores de asentamiento se constata la presencia de fenicios y cartagineses; en posteriores, la de bizantinos. Captaba el excedente de su entorno y lo comercializaba obteniendo beneficios, parte de los cuales se dedicaban a gastos suntuarios públicos (termas, inscripciones…) o privados, como las residencias señoriales con pavimentos de mosaico y elaborados estucos. Su puerto era la principal vía de contacto con el exterior y, a través de él, se exportaban productos de la depresión y se importaban mercancías procedentes de otros puntos del Mediterráneo, como vajillas o vino y aceite transportados en ánforas. La ciudad era también el principal centro demográfico, ya que agrupaba aproximadamente una sexta parte de la población.

La agricultura desempeñó un papel destacado. Los restos paleobotánicos de los asentamientos de Baria, Cabecico de Parra y Rambla de los Terreros, indican que en el periodo romano predominó la agricultura cerealista, sobre todo de cebada en secano. El trigo, necesitado de riego, se pudo cultivar en campos irrigados en los márgenes de las ramblas y se habría combinado con leguminosas. Había un cultivo esporádico de higuera y melocotonero.

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VILLA DEL ROCEIPÓN DE VERA

No obstante, la gran mayoría de los habitantes de la depresión donde encontramos Baria vivía en un pequeño grupo de villas cuyos ejemplos más representativos son los de Cadímar (Los Gallardos) y Roceipón (Vera). Estos latifundios concentraban las mejores tierras agrícolas, junto a los cauces fluviales, y la gran masa de la fuerza de trabajo, parte de ella en régimen de esclavitud. Poseían áreas productivas y zonas residenciales adornadas con mosaicos y estucos  y participaban activamente en un sistema de intercambio que superaba los límites locales, como indican la vajilla de importación africana y las monedas procedentes del expolio.

En los siglos V y VI casi todos los yacimientos romanos quedan despoblados. Al mismo tiempo, a principios del siglo V el sector residencial se apartó de la costa y se instaló en el vecino de Montroy. En el cerro se levantó un asentamiento formado por casas construidas con materiales y técnicas locales (muros con zócalo de piedra y alzado de tapial, cubiertas de láguena y pavimentos de tierra batida). En el siglo VI, el poblado creció y se rodeó de una muralla, a la que posteriormente se adosó una torre en su punto más alto. Coexistía con el asentamiento del Cabezo María y, con la llegada de los musulmanes, con el de la rambla del Cajete, el del Argar o con el del pago de san Antón. En los siglos X-XI vuelve a haber un auge de los poblados de sierra Cabrera (Gatas y cerro del Inox).

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EDAD MEDIA. AÑO 711 D. C. DESDE LOS VISIGODOS A AL-ÁNDALUS

Cuando en el año 711 los musulmanes del norte de África llegan a las costas del sur peninsular al mando de Tariq, como consecuencia de la última expansión del imperio islámico y su califato, los reinos visigodos hispánicos se encontraban sumidos en guerras civiles tras la desaparición de rey godo Witiza, siendo generalmente reconocido que fue don Rodrigo el último monarca católico. Tras el progresivo control musulmán de casi toda la Península, Baria queda localizada en la frontera con la cristiana Cora de Tudmir o de Teodomiro, lo que condicionará su historia como territorio fronterizo.

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DESDE LA COSTA (BARIA-VILLARICOS) AL CERRO

¿Por qué los veratenses de la costa decidieron trasladarse al interior, al Cerro del Espíritu Santo?¿Por el peligro de los piratas vikingos y por buscar un lugar más seguro?¿Tras el tratado de Alcaraz 1243-1246, por el que quedaba aislada en el reino de la cristiana Castilla? Lo que es seguro es que Vera se convierte hasta 1488 en un territorio musulmán fronterizo, junto con Huércal y Overa, que cerraba la llave de entrada por el este, denominado como La Tierra de Vera, con territorio jurisdiccional propio (con juez o cadí) y que abarcaba la extensa superficie de 1700 km², frente a los 58 km2 actuales.

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CIUDAD FORTALEZA HASTA 1488. EMIRATO, CALIFATO, TAIFAS, ALMORÁVIDES, ALMOHADES Y REINO NAZARÍ DE GRANADA

Con la construcción del recinto amurallado de la Bayra del Cerro convertían el espacio en el lugar que debía proteger la frontera de los cristianos de Lorca. La ‘ciudad nodriza’ tenía 600 casas dentro de sus murallas, con algunos cortijos fuera de ella, 4 aljibes, numerosos silos, un fuerte en la cúspide y una mezquita, con cierta fama, de columnas moteadas de blanco y negro. A los oficios tradicionales, se suman el de soldado, el de egea (vigilante-explorador), vigía y alfaqueque (redentor de cautivos), el de arriero o el de intérprete.

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ATALAYAS Y TORRES VIGÍAS. LA TORRE DE LA GARRUCHA

La preocupación de los monarcas Carlos I y Felipe II por la defensa de la costa frente al peligro del imperio otomano o turco o al de los corsarios fue constante. De esta manera ordenan reforzar y seguir construyendo torres de vigilancia en la costa y hacia el interior que facilitaran el aviso de la llegada del peligro hacia las poblaciones tierra adentro, y con más motivo tras la destrucción de muchas de ellas por el terremoto de 1518, como la de la garrucha, de tierra, y que luego se construirá de piedra. Esa comunicación entre torres se realizaba por medio de fogatas. La pintura del ‘Retablo del Moro’ de la Iglesia de la Encarnación de Vera ejemplifica este episodio. El nombre de la ‘playa de la Almica’ de Vera proviene del término árabe ‘almijarra’ o ‘almicarra’, polea de madera que se utilizaba para la traída hacia la arena de las barcas de pesca mediante una cuerda. ‘Almica’ y ‘garrucha’ serían sinónimos.

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AYNEN (ALCAIDE DESDE 1464) Y HABRAEN ABEN YAÇID (CADÍ 1482-1485)

Aynen fue alcaide de Bayra, bajo la autoridad de Yahya Alnayar, y de él se conocen algunos datos sobre su rango y actividad profesional. Aynen, “jeque”, “anciano” o “persona respetable”, fue nombrado alcaide por  Muley Abuhazen. La alcazaba de Vera era su lugar de residencia.

Entre las competencias de Aynen estaban el cobro del impuesto del diezmo de las cosechas en Vera y su Tierra, el nombramiento de alcaides de Huércal, el abasto de las villas de Huércal y Overa, los rastros de cautivos en tiempo de paz, el paso de conversos de un lado a otro de la frontera y el cobro del ‘taybix’, el impuesto por la entrada de ganados foráneos. Los propios musulmanes contaban que sumió a Vera en cinco años de sequía por echar de sus pastos y quemar las chozas, en el campo de Huércal, a los necesitados pastores trashumantes de Granada, como si se hubiese tratado de un castigo divino por dicha acción.

Otro veratense musulmán de renombre fue Habraen Aben Yaçid. Ejerció el cadiazgo (fue juez) en Vera durante dos años.

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FUENTE DE LA HIGUERA

Desde que Vera fue tierra de frontera uno de los negocios por el que se lucraban algunas personas tanto del bando musulmán como del cristiano fue el de cautivar a personas y pedir luego un rescate a sus familiares. Si se llegaba a un pacto, el lugar elegido para intercambiar los prisioneros, mediante un alfaqueque, solía ser la Fuente de la Higuera, hoy situada en el municipio de Pulpí. Se dio el caso de alguna mujer cautiva que fue casada con un varón de religión contraria y luego se negó a volver a su vida anterior. Así, se conoce el caso de la mujer del veratense Avenxoad, que cuando llegó la hora de volver al reino de Murcia no quiso, por no querer separarse ya de su esposo.

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TERREMOTO DE 1406

Las tierras almerienses y, en general, las del antiguo reino de Granada, tienen un pasado sísmico muy denso en episodios más o menos catastróficos. Los sistemas de fallas que se suceden a lo largo de la línea de contacto entre las placas tectónicas del mar de Alborán están en el origen de los numerosos terremotos históricos de la zona. Eso fue lo que ocurrió en noviembre de 1406: un terremoto dejó tras de sí en la Vera vieja 72 víctimas. Este episodio puede leerse en un Pleno del concejo de Murcia (sesión de 25 de noviembre de 1406) y lo recogen los Discursos Históricos de Francisco Cascales.

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CIDI YAHYA ALNAYAR. ÚLTIMO ALCAIDE DE VERA

Bautizado como Pedro de Granada Venegas, le dieron el calificativo de “tercer rey de Granada” y fue uno de los hombres más influyentes de su época, destacando por su política filocristiana y por sus enfrentamientos con los sultanes Abul Haçén y Boabdil. Era alcaide de Almería y de Vera cuando Fernando el Católico toma la Axarquía almeriense, y visorrey de la tierra y mares de Almería. Parece que nació en la taha de Marchena después de que su padre tuviera que refugiarse en estas tierras alpujarreñas. Era hijo de Aben Celin Aben Abrahen Alnayar, hijo del rey granadino Yusuf IV ibn al-Mawl, y de Fátima, hija del rey Cirila o Ismail, por lo que era nieto de reyes y pertenecía a una de las familias más importantes de ese momento.

Pactó en 1474 y en diciembre de 1485 con Fernando de Aragón y con doña Isabel para luchar contra Muley Hacén y para comprometerse a entregar Almería y Vera a cambio de mercedes y del reconocimiento de las posesiones de su familia. Falleció en el año de 1506 en Laujar de Andarax.

Fue un héroe para los cristianos y los musulmanes que no quisieron derramamiento de sangre en la toma de lugares y un traidor para los nazaríes que deseaban luchar para evitar la entrega de su reino de Granada a los castellanos.

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SIGLOS XV Y XVII. EDAD MODERNA

Comienza con la unión de los reinos hispánicos medievales en manos de los Reyes Católicos, con la toma de Granada (1492) y con la continuación del desarrollo del imperio hispánico hacia América. La Vera musulmana capitula ante las tropas cristianas de Fernando el Católico el 10 de junio de 1488 (conmemoración de la Virgen de las Angustias, compatrona de Vera), dirigidas por Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz. “Plantaron sus reales” (campamento) en el lugar hoy llamado como El Real, al que llegaron en días posteriores, y cayeron, como castillo de naipes precipitado, todos los reyezuelos de la ajarquía almeriense, que fueron a besar sus manos y a rendirse entregando sus villas y lugares.

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ENTREGA DE LAS LLAVES DE LA CIUDAD. CAPITULACIONES

El marqués de Cádiz salió desde Murcia pertrechado con armas y víveres y apoyado por las naves que se enviaron hacia la costa. Informó a la reina Isabel a través de siete cartas sobre los acontecimientos que iba a vivir. Llegó en la mañana del 9 de junio. Parte de los vecinos de Vera había huido a Baza días antes, alertados por la llegada de las tropas y habiéndoles dado la oportunidad de marchar a los que no estuvieran conformes con la entrega del fuerte. Mandó llamar al alcaide y a sus nobles, acudiendo Yuça Cordela, como jefe de armas de la ciudad, quien defendió a los veratenses principales mediante mercedes y privilegios, prometiendo, además, el Raozí, que si Vera se entregaba, Cuevas lo haría al día siguiente. Aún así se discutió con firmeza la entrega. Fernando de Aragón llegó al día siguiente, a la hora de comer, y todos los pueblos se entregaron. El alférez mayor habría subido a la torre más alta de la Vera vieja, con el pendón de Castilla; lo habría tremolado  y habría dicho tres veces: ¡Santiago!, ¡Castilla! y ¡Doña Isabel!

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EL INDALO

El ‘Indalo’ es una manifestación del arte rupestre del arco mediterráneo y tiene su origen en un dibujo datado en el Neolítico tardío o Edad del Cobre que se encuentra en el abrigo de Las Colmenas (Vélez Blanco, Almería), descubierto hacia 1868 por el arqueólogo Manuel de Góngora y Martínez.

Representa a una figura humana con los brazos extendidos y un arco sobre sus manos, si bien su significado no ha sido aún esclarecido de forma definitiva, existiendo también varias teorías que apuntan a cierta divinidad en el dibujo. Actualmente se considera un símbolo de la provincia de Almería. A mediados del siglo XX fue tomado como símbolo y bandera de un movimiento intelectual y pictórico encabezado por Jesús de Perceval. Tan fuerte fue el simbolismo del Indalo para esos artistas e intelectuales que pusieron a su grupo el nombre de ‘movimiento indaliano’ (1945). Los indalianos veían en su enseña un humano ancestral sosteniendo un arcoiris y simbolizando un pacto entre el hombre y los dioses para evitar futuros diluvios. El estudio del dibujo muestra que la figura no representa otra cosa que un arquero apuntando hacia el ave que vuela sobre él. El origen del nombre surgió de manera anecdótica cuando la Tertulia Indaliana elige un símbolo para su movimiento al que se bautiza con el diminutivo ‘Indalo’ por el supuesto parecido con un conocido llamado Indalecio.

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GARCILASO DE LA VEGA. PRIMER ALCALDE. REPARTIMIENTO DE TIERRA Y AGUA. FUEROS DE VERA

Tras las capitulaciones musulmanas Vera tendrá la misión de defender su gran comarca, tierras de la Corona, por medio de una difícil repoblación, sin planificación concreta, con la ayuda de una minoría de colonos-soldados llegados de diferentes lugares, frente a una mayoría poblacional morisca, asentada en las tierras más fértiles, necesaria para el mantenimiento económico del enclave y con la que se pactaron sus condiciones de vida desde ese momento. Para ello se desarrollaron las fases conocidas de un repartimiento de tierras entre esos 179 colonos organizadas por un Repartidor (Diego López de Haro) y por un Capitán General y Justicia Mayor (Garcilaso de la Vega).

Con la concesión de los Fueros y Privilegios a Vera en 1494 la ciudad-fortaleza se organiza bajo la atenta mirada del Consejo de Castilla. En dichos Fueros la ciudad de realengo del reino de Granada obtendrá el primer intento de ordenación de su vida municipal. En ellos se establecen, entre otras cosas, los cargos del concejo: dos alcaldes ordinarios y un alguacil, cuatro regidores, un personero, procurador o síndico, un mayordomo, un escribano secretario (nombrado por el rey), dos procuradores del común, un portero, un carcelero, un verdugo y dos pregoneros. Otros oficios municipales se irán configurando posteriormente: letrados, médicos, alarifes, maestros, porteros, los guardas de vigilancia costera, … : el germen de la futura administración. Se ordena haya pendón de la ciudad, que quedará representado por una llave entre dos torres. A finales del siglo XVIII se le añadirá el águila bicéfala en honor a los Austrias.

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ATAQUES PIRATAS. LANZAS DE ACOSTAMIENTO Y GUARDA DE LA COSTA  

La razón de ser de la existencia de Vera después de las capitulaciones era la estratégico-militar. Para evitar la despoblación de Vera por los peligros que los colonos percibían, los monarcas se ocuparon de aplicar soluciones y aportar medios para la defensa. Juana I de Castilla incrementa el tigual (impuesto sobre las capturas de pescado creado por los Reyes Católicos para aplicar su recaudación a la construcción y mejora de la muralla de Vera), destinándose a reparar y mantener las fortificaciones y torres de vigilancia de la costa. Concede, además, treinta lanzas de acostamiento (soldados que percibían del concejo o de la corona una remuneración por ejercer como tales), ya otorgadas por sus padres a la ciudad, para que permanecieran en ella y disuadieran a los piratas que llevaban a cabo las temidas incursiones. Vera siempre fue ciudad difícil para vivir arrostrando peligros y desafiando a la muerte. Cada día era una aventura aliñada por la incertidumbre y el miedo.

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TERREMOTO DE 9 DE NOVIEMBRE DE 1518

Entre las 11 y las 12 de la noche del día 9 de noviembre del año 1518, un terremoto con varias réplicas destruyó la ciudad de la Vera vieja o antigua. La musulmana ocupada por los cristianos. El factor clave de su inevitable destrucción fue el desprendimiento de las grandes piedras conglomeradas de la fortaleza de la cúspide, que al caer ladera abajo fueron arrasando cuanto encontraron a su paso, segando la vida de 150 personas. La destrucción fue total a excepción de la iglesia-mezquita, llamada de santa María. Carlos I tomó ese detalle como justificación para que, pidiendo ayuda al Papa León X, aportase fondos para la reconstrucción de la ciudad, concediéndose finalmente. Al considerarlo el pontífice como un milagro, se prestó a contribuir por medio de un jubileo por el que ganarían su indulgencia aquellos que visitasen la capilla y ayudasen a la reparación de la iglesia y el hospital.

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ALJIBE-ERMITA DE LA VERA VIEJA

El agua en el sureste español es muy escasa, especialmente por su situación geográfica en la Península Ibérica. La escasa escorrentía superficial hace que en torno al Mediterráneo nos hayamos especializado en la construcción de innumerables dispositivos para retener el agua y poder sobrevivir, como aljibes, qanats, azudes o acueductos. La nuestra es una ‘cultura del agua’.

Éste es el aljibe más grande de los existentes en el Cerro y que sobrevivió al terremoto de 9 de noviembre de 1518. El que sean estas construcciones las más sólidas de los núcleos de población, por la importancia vital del agua frente a un asedio, hizo que quedaran en pie tras el seísmo. En una fecha desconocida el aljibe se transformó en ermita. En 1812 fue lazareto de enfermos por fiebre amarilla. La inscripción de su interior, PVD, significa “Per Voluntas Dei”. Se restauró en el año 2006 y hoy es un museo o centro de interpretación.

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LA VERA NUEVA. FRANCISCO DE CASTILLA

Dado que la reconstrucción de la Vera vieja era inviable, por su absoluta destrucción y por el difícil acceso hasta allí, la construcción de una ciudad nueva fue la apuesta definitiva, a cargo del corregidor de Vera, Guadix y Baza, don Francisco de Castilla y Zúñiga, cortesano, ideólogo y poeta, autor de los libros Theórica de las Virtudes y Práctica de las Virtudes de los Buenos Reyes de España. Planeó la ciudad en forma de cuadrícula militar romana, modelo renacentista de planta cuadrada y con muros de tapial salpicados de torres defensivas y presididos por la iglesia fortaleza de la Encarnación. Dentro de su muralla los nuevos repobladores vivirán los siglos de los Austrias.

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REBELIÓN Y EXPULSIÓN. EL CERCO A VERA DE ABÉN HUMEYA. 1568

A los mudéjares, tras la toma de la Vera vieja, se les concede que vivan en Antas (por su necesaria distancia al peligroso mar), la que fundan y en la que comienzan a planificar un enclave con un sofisticado sistema de riego, aprovechando cada litro de agua para sacar el máximo rendimiento a la tierra y poder pagar así los impuestos que los cristianos viejos les exigían. También se les respeta el uso de su lengua, la algarabía, la práctica de su religión y sus costumbres. Aunque las condiciones de vida de los musulmanes de la tierra de Vera eran mejores que las del resto del reino de Granada, progresivamente se fueron poniendo en duda esos derechos, lo que dio lugar a que, en la Navidad del año 1568 se iniciara en las Alpujarras la llamada “Guerra de los Moriscos”, a cuyo frente se puso Fernando de Válor, reconvertido al Islam como Abén Humeya y contra el que lucha don Luis de Requesens. El 24 de septiembre de 1569 atraviesa la Ballabona con gentes de los valles de los Filabres y del Almanzora y cerca Vera, en cuyo interior se resguardan los vecinos y su alcalde, Méndez Pardo. El 25 de septiembre (día de san Cleofás) los dos ejércitos comienzan a guerrear con la técnica del escaramuceo y dos jinetes consiguen burlar el cerco y dirigirse a Lorca para solicitar su ayuda: Martín Gómez Garrido y Francisco Soler Campoy. Ante la inminente llegada de los lorquinos los moriscos huyen hacia Cuevas del Almanzora. Don Juan de Austria sofocará la revuelta en septiembre de 1571.

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SIGLO XVII. CRISIS ECONÓMICA. LOS PADRES MÍNIMOS

Tras la expulsión de los moriscos España queda sumida en una crisis económica, pues los conocimientos técnicos y la mano de obra agraria especializada que suponían no se pudieron reemplazar. Vera entra en un letargo de indigencia y se plantea como solución a esa recesión la venida a la ciudad de una congregación eclesiástica pobre que promoviese la formación de los jóvenes, la activación de la economía y el resguardo de la religiosidad en un lugar peligroso poblado por rudos soldados. Los doce frailes o padres mínimos cumplían con esos requisitos y, en 1605, Felipe III accede a la fundación conventual, utilizando un templo a medio construir (de san Cleofás de la Victoria) para albergarla, sirviendo también como cementerio para personas principales de Vera y, planeando la edificación de un convento con un claustro y una ermita para el culto, se establecieron en Vera.

De todos aquellos religiosos mínimos veratenses, el más conocido y el que mayor prestigio alcanzó fue fray Pedro de Torres. Fue un representante de la ilustración estatal y llegó a dirigir a toda la Comunidad Mínima española. Junto a él, fray Manuel de la Zerbilla y Trapera, fray Juan Pérez y fray Bartolomé de Salas fueron destacados promotores y participantes de la Real Sociedad Patriótica de Amigos del País establecida en Vera, que trajo tantas esperanzas, pero que tan corta vida tuvo.

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EL MAR.
PELIGRO Y SOLUCIÓN

El mar ha sido siempre para Vera tanto motivo de peligros y preocupaciones como solución para sus problemas. Los peligros venían asociados con la piratería de la costa, que existió durante muchos siglos, primero ejercida contra los veratenses musulmanes y luego contra los cristianos por los enemigos de “allende el mar”; la solución que aportaba el mar vino tanto de la pesca, ya fuera de arrastre o por medio de las vetustas almadrabas, como por la existencia de una zona de embarque de naves, vía necesaria para la exportación de minerales, esparto o sal o para la importación de bienes de primera necesidad o de lujo destinados a la población, como la madera o ciertas manufacturas. Aunque los “baños de mar” ya están datados en Vera desde 1807, será el pacífico turista llegado a estas tierras a partir de 1960 el que permitirá la supervivencia del Municipio hasta nuestros días.

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PLEITO ENTRE VERA Y LORCA POR LAS VILLAS DE HUÉRCAL Y OVERA (1511-1668)

Aunque nunca tuvo las villas de Huércal y Overa, sí es cierto que durante más de un siglo las compartió con Lorca, en función de una especie de derecho de explotación de sus pastos, iniciándose en el año 1511 un pleito jurisdiccional contra ella que duró varios siglos, aunque en el año 1668 la villa ganó su independencia.

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LOS OFICIOS. LA COMUNIDAD GITANA

En la Vera militar los oficios comienzan a desarrollarse como apoyo a las actividades de los soldados de la fortaleza y a su mantenimiento. Así, en viejos escritos los hombres armados se quejan de que no haya suficientes artesanos, como los herreros, desde la huida de los moriscos. Los peligros del lugar no hacían atractiva la vida en ella y los artesanos van y vienen de un lugar a otro. Desde hace siglos muchos nombres de calles de la población están referidos a esos oficios: albarderos, tintes, hileros, alfarerías, etc. La llegada a la ciudad de la comunidad gitana, a partir de mediados del siglo XVI, experta en ciertas técnicas como el cuidado de las caballerías, el trabajo del esparto y el albardín o de la fragua remedió en parte este problema. En la actualidad Vera es uno de los municipios españoles con mayor población gitana. Mucho más tarde, en 1888, con motivo del solemne desfile del IV Centenario de las capitulaciones de Vera, se intentará dignificar estos viejos oficios, cuyo fruto son los pendones o estandartes que hoy decoran las salas del Ayuntamiento.

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SIGLO XVIII. EVOLUCIÓN URBANÍSTICA

A partir de finales del siglo XVI la ciudad de Vera comienza a expandirse hacia el Oeste, fuera de la muralla, por la Puerta de Arriba, formándose el arrabal hacia la calle Zanja y la calle Almería. A finales del XVIII se planifica el barrio de Jesús, por el diseño del arquitecto veratense Francisco Ruiz Garrido. Los vecinos de Vera salen del recinto debido a la falta de espacio dentro de la ciudad fortificada y porque el mar ya no les trae enemigos que puedan saquear o capturar rehenes. La muralla de Vera, no teniendo ya mucha utilidad, comienza a horadarse por los propios vecinos para airear sus casas. Así, el trazado ortogonal de la ciudad inicial comienza a parecer sinuoso, adaptándose a la orografía y a los caminos existentes.

El siglo XIX es el de la creación de la calle del Mar y de las casas palaciegas, por el desarrollo de la minería de la Sierra de Cabrera.

Ésta es también la Vera del veratense constructor de claves (antecedente del piano) de la familia real Diego Fernández Caparrós (1703-1775), que dejó huella profunda en el Madrid de los primeros Borbones.

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ERMITA DE SAN RAMÓN (1731) Y DE LA VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS (1717)

La ermita de la Virgen de las Angustias, una representación de la advocación de la Virgen de los Dolores, fue donada a la hermandad, que custodia la imagen, en 1717 por Antonia Leonés de Guevara, esposa de Luis García Cueto y Ponce de León, perteneciente a una poderosa familia de Vera, de la que varios de sus miembros ocuparon cargos destacados en el concejo y organismos de la ciudad. En ella se vela y da culto a la imagen, designada, por petición del concejo, Patrona de la ciudad, compartiendo el patronazgo con quien hasta entonces lo había sido desde 1569, san Cleofás. El siete de junio de 1891, el alcalde comunica al pleno municipal que se declara patrona principal de la ciudad.

La ermita de san Ramón, construida en 1731, tiene una historia mucho más antigua detrás. Hay noticias de que ya existía una ermita en el mismo lugar, dedicada a la advocación de san Sebastián, como mínimo desde el año 1630, en la que vivía un ermitaño que cuidaba de ella, y donde, a veces, los pescadores, se quedaban a dormir al no poder entrar en la ciudad por estar las puertas cerradas desde las 10 de la noche. Con la expansión del barrio de Jesús la ermita dejó de estar aislada y quedó conectada con las viviendas de los vecinos.

Pese a que la advocación fue durante mucho tiempo compartida, en el memorial presentado por la entonces denominada Venerable Hermandad de Jesús Nazareno al cabildo de la catedral de Almería, para la concesión del edificio una vez reconstruido, fechado el 20 de febrero de 1731, se menciona exclusivamente a san Sebastián.

En el templo se celebraban los actos litúrgicos para atender a su vecindario. Mediado el siglo XIX, por influencia de Ramón Orozco Gerez, Hermano Mayor de la cofradía durante casi veinticinco años, la advocación se adjudicó exclusivamente a San Ramón.

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VERA ILUSTRADA. SOCIEDAD PATRIÓTICA DE AMIGOS DEL PAÍS (1776)

A mediados del siglo XVIII, por influencia del racionalismo y del pensamiento liberal francés, pasado por el filtro católico en España, comienzan a formarse unas instituciones que prentendían relanzar la economía de la futura nación política por medio de la dignificación del trabajo. Rodríguez de Campomanes, político y humanista, fue el gran promotor de estas Sociedades, que nacieron con la intención de fomentar la agricultura, mejorar la industria popular, el comercio y  la cultura en general, objetivos todos en los que España era deficitaria, de ahí que se acogieran con entusiasmo y, el mismo rey, Carlos III, estimulara su creación. La de Vera fue la segunda creada en Andalucía y tenía 60 miembros fundacionales.

En Vera, el lema que definía el sentir de la Real Sociedad de Amigos del País era atemperado, pero fiel reflejo de ese aire patriota que las rodeaba. UTILITATE PATRIAE UNDIQUE FOVENTI, “para favorecer, en todas partes, la utilidad de la patria” era su divisa, siguiendo la línea ya comentada.

El gran impulsor de la Real Sociedad Patriótica de Amigos del País de Vera fue don Antonio José Navarro López, clérigo de Lubrín, biólogo  y doctor en Teología. El hecho de que fuera religioso contribuyó a que un tercio de sus miembros, en el momento de la fundación, fueran eclesiásticos. Él mismo fue el que diseñó el emblema de la Sociedad. Un préstamo inicial de 30000 reales minó el futuro de la misma. Se extinguió en 1805.

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PÓSITO DE VERA (1779). “BANCO DE POBRES”.

Los pósitos fueron instituciones creadas y administradas por los concejos o por la Iglesia, para hacer uso de ellos en tiempos de necesidad y escasez, siendo conocidos como “bancos de pobres”. Aunque en su inicio el préstamo se hacía en grano de cereal, y éste estaba limitado a la tercera parte del total de las existencias, puesto que el resto de los depósitos se debía de aplicar a situaciones carenciales y escasez de medios, en 1792 se contempla la posibilidad de realizar préstamos monetarios, entregando efectivo a quien lo solicitara. En ocasiones llegaron más allá de su finalidad económica realizando una labor benéfica. Era un “banco de cereales”; se compraba el cereal a los agricultores, lo almacenaban en sus silos y lo vendían, lo prestaban o lo entregaban a los panaderos, a cambio del precio fijado, para panificarlo. Todo ello empezó a regularse por una Real Pragmática de 1584, aunque ya antes existían, entre ellos el de Vera.

Estuvo ubicado en diferentes lugares, desde la plaza Mayor, en el mismo edificio que la casa consistorial, hasta el definitivo, construido en 1779, en la hoy llamada calle de José Gómez, y derruido en el año 1973. También tuvo las funciones de colegio, teatro o mercado de abastos.

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FUENTE DE LOS CUATRO CAÑOS Y ALÍ BEY. LO VITAL Y LO EXTRAORDINARIO

A finales de este siglo XVIII hay un capítulo fundamental en la Historia de Vera que proporcionó su supervivencia hasta hoy, como es la obra de una fuente necesaria para el abastecimiento público de agua, vital en este sureste peninsular. Otro capítulo, en ese tiempo extraordinario, fue el de ser Vera la residencia de Alí Bey (Domingo Badía Leblicht, 1767-ca 1822), espía de la corte de Carlos IV y Godoy, a los que convence para ampliar el comercio español en el norte de África, mercado amenazado por el británico. Casó con la veratense María Lucía Burruezo Campoy (1791). Puede que falleciese asesinado durante su segundo viaje a África como espía francés. Sobre el escaso recurso del agua diremos que, tras el terremoto de 1518 el agua situada en su falda norte dejó de brotar. El corregidor Francisco de Castilla ordena construir la nueva ciudad sobre la fuente Chica, pero estas aguas afloraban por distinto sitio del que ahora vemos. La Fuente Chica o Azacaya es la captación más antigua de Vera y daba riego al barranco de Los Huertos, cerca del Cerro, una mina encajada en una estrecha cañada. En el año 1778 el concejo decidirá trasladar su nacimiento hasta el cerrillo del salitre, la Fuente Chica que hoy conocemos, en la que se instalaron los cuatro caños. Posteriormente se construiría el lavadero, tradicional lugar de reunión.

La Fuente Grande, en la cabecera de la Fuente del Algarrobo,  era una concesión de los Reyes Católicos que llevó el nombre de ‘Comuna de Alcaná’ (al-Qanât, el canal, galería excavada) y que era arrendada por un alcaide o muñidor para contribuir a los tributos estatales. Regaba el pago de Alcaná y el de san Antón.

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DESTRUCCIÓN DEL ANTIGUO RÉGIMEN

Con la invasión napoleónica de 1808 España abandona un mundo jurídico y de costumbres muy antiguo, con viejas pervivencias culturales existentes desde antes del siglo XV. Las tropas francesas se instalan en Lubrín y durante años practican una política de batalla intermitente y confiscatoria respecto a todos los pueblos del Levante almeriense, entrando en Vera, la ‘ciudad fortín’ de la Comarca, en numerosas ocasiones, para arrasar con todos los bienes y el grano que requería su ejército. El valiente patriota Francisco de Paula Padial, alcalde mayor en esos momentos, fue lo suficientemente inteligente como para, ante las exigencias continuas de los ejércitos nacional y francés, nadar entre dos aguas y luchar en lo posible por el bienestar de la población veratense y evitarle más sufrimientos. Aún así eran tiempos tan duros que había regidores que no asistían a las Juntas de Gobierno por miedo al contagio de la fiebre amarilla, epidemia que entró por el puerto de Cartagena y terminó con la vida de 1500 veratenses desde 1811 hasta 1812, siendo el vector de la enfermedad el mosquito aedes aegypti. Unos 60 años después (1870) fue necesario construir el cementerio de san José, pues el de san Antón, de 1804, ya había quedado sin espacio, consecuencia, en parte, de dicha fiebre.

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VERA SE DISGREGA

En el año 1488 la Tierra de Vera tenía una extensión de 1700 km², frente a los 58 actuales. Incluía Vera, Antas, Bédar, Serena, Zurgena, Teresa y Cabrera, Pulpí, Cuevas del Almanzora, Portilla, Huércal y Overa y las casas de pescadores de Garrucha.

A partir del siglo XVI Vera perderá territorio progresivamente por varios motivos. El principal de ellos tiene que ver el fin de la principal razón de su creación: ser la defensa militar de su alfoz. Desde que desaparecen los peligros de la costa y se retiran los franceses, los núcleos poblacionales ya no necesitan a Vera para la defensa de sus poblaciones, con la excepción del desembarco y pillaje de los cantonalistas en el año 1873.

Los Reyes Católicos dieron Cuevas del Almanzora al primer marqués de los Vélez (Pedro Fajardo y Chacón) en el año de 1503, con lo que es la primera población que se desgaja de ella.

Aunque nunca tuvo las villas de Huércal y Overa, sí es cierto que durante más de un siglo las compartió con Lorca, en función de una especie de derecho de explotación de sus pastos, iniciándose en el año 1511 un pleito jurisdiccional contra ella que duró varios siglos, aunque en el año 1668 la villa ganó su independencia.

Teresa y Cabrera pertenecieron a Vera desde el año 1510, en el que, por su despoblamiento y tras el miedo de los cristianos a vivir allí por haber sido capturados algunos por los antiguos moradores moriscos y vendidos en África, la Corona vendió el terreno a la ciudad. Tras la guerra de los moriscos y su consiguiente despoblación, Vera decide arrendar las alquerías a la familia de Leonés, que se apropian de más territorios, frente a las denuncias de Vera. En 1837, tras acogerse al artículo 310 de la constitución de 1812, se traspasa a Turre la jurisdicción. Algo parecido ocurre con Antas: la constitución de 1812 permitía la creación de Ayuntamientos si la población tenía más de 1000 habitantes. Viejos conflictos con Vera por la cuestión del agua para riego fueron el detonante para hacerse efectivo.

Pulpí, en 1862, consigue su independencia definitiva tras aumentar su población y su riqueza tras el descubrimiento del filón de Jaroso en el año 1838, añadiendo que la excesiva distancia desde Vera fue el factor fundamental de ese capítulo.

Garrucha se segrega en el año 1861. Los motivos tienen que ver con la riqueza que se empezó a disfrutar en la barriada pesquera tras el auge de la minería y las influencias en Almería y en las Cortes de Ramón Orozco Gerez, terrateniente y empresario minero veratense que creó varias fundiciones de hierro, plomo y plata en la costa.

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1838 FILÓN MINERO DE JAROSO. PLATA Y PLOMO

Para cuando el ambicioso Ramón Orozco, acendrado progresista, tiene que acudir a tomar posesión de su escaño en Madrid, la comarca ya andaba revolucionada por la noticia del hallazgo del Jaroso en 1838 y por la confirmación de la extraordinaria ley metálica del mineral extraído. La firme posición de Orozco (por sus tierras, herencia de su familia e influencias políticas, como su amistad con el primer juez de Vera, José de Salamanca y Mayol, ‘marqués de Salamanca’) le permitió jugar con rapidez y fuerza en el tablero económico del descubrimiento del filón de galena argentífera de Almagrera. En abril de 1839 había registrado la concesión minera Observación, ocupando uno de los huecos que los registradores de la mina Carmen habían dejado sobre la rama principal del filón Jaroso. La mina de Orozco, junto con la decana en la sierra (la concesión Carmen, cuya sociedad había sido organizada por Miguel Soler Molina) y la Esperanza (José Sánchez Puerta, cura párroco de Cuevas), formaban el núcleo principal de las llamadas “minas ricas” del Jaroso. Entre 1839 y 1848, el valor total de las minas de Soler y Orozco, equivalía a casi el 50 % de la producción bruta total de Almagrera, más de 67 millones de reales sobre un valor total de unos 143 millones. Orozco fue alcalde de Vera en los años 1836 y 1839 y durante ellos construye las hoy restauradas ‘Casas Palaciegas’, de la calle del Mar. Se traslada a la capital en 1850.

Tras numerosas peripecias empresariales y políticas, como su posible exilio a Francia en 1867, Ramón Orozco, la primera fortuna de la Almería de su tiempo, murió en el año 1881 en su finca de las Alparatas, Mojácar.

Ésta es también la Vera en la que vivieron el veratense Pedro María Alonso Morata, Pedro ‘El Morato’, cantaor y trovero precursor del flamenco actual, nacido como niño expósito en la calle Almería de Vera (31-10-1841) y Antonio de Torres Jurado, guitarrero universal, que residió en las calles Ancha y Tahona de Vera.

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FUENTE DE LA PLAZA MAYOR. 1875

Fue adquirida junto con los caños que se encontraban repartidos en distintos puntos de la ciudad, que muchos hemos conocido en nuestras calles. Se compró en el taller de Enrique Gouthiere, de París, firmándose el contrato en 1874 e instalándose el año siguiente. En principio solo se levantó el brocal o pilar de la fuente, colocando la valla metálica que la rodea cuatro años más tarde. Es una fuente que representa a “Leda y el cisne”, además de los cuatro hijos de ésta.

Leda, esposa del rey de Esparta Tindareo, paseaba junto al río Eurotas cuando fue sorprendida por Zeus, padre de todos los dioses griegos, que había tomado aspecto de cisne para no ser reconocido. Zeus consiguió seducirla aprovechándose de su bello aspecto de cisne y la poseyó en ese momento y lugar. Leda, aquel mismo día, había sido fecundada por Tindareo, su esposo, y al poco tiempo puso dos huevos de los que nacieron cuatro niños: Helena, Clitemnestra, Cástor y Pólux. Éste último y Helena eran hijos de Zeus y los dos restantes de su esposo, siendo dos de ellos de naturaleza divina y, por tanto, inmortales, y los otros de carácter humano. De ahí que de las figuras infantiles que vemos en la base de la fuente unas tengan un aspecto completamente humanizado y el resto carezca de piernas, teniendo en su lugar unas extremidades parecidas a una cola o aletas para diferenciarlos de sus humanos hermanos.

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GLORIETA. 1876

Construida bastante después de la expansión del barrio de Jesús, que había comenzado más de un siglo antes, la Glorieta ha sido tradicionalmente lugar de paseo y ocio de los vecinos. Durante décadas fue punto de reunión, entretenimiento y juego de niños y mayores, especialmente los domingos, día en el que el jardín se convertía en auténtica pasarela de atuendos recién estrenados y ropas de días festivos.

La fisonomía del parque es muy similar a la concepción del jardín sevillano de la época. Los parterres, con una bien aprovechada distribución geométrica, dan sensación de mayor amplitud de la que realmente tiene. Dotado en su inicio con piso de albero, posteriormente fue enlosado haciendo que perdiera el encanto original, pero ganando en comodidad para transitarlo y evitando barros, aunque la escasez de lluvia de esta tierra no da muchas ocasiones para ello. La distribución y diseño de sus zonas ajardinadas corresponde a la idea del jardín romántico que, aunque de manera tardía, por ser muy del gusto de la época, se impuso en este parque veratense. El romanticismo, idea y movimiento cultural y artístico, estuvo en pleno auge hasta la segunda mitad del siglo XIX y a esa concepción de jardín se acogió la Glorieta, que a lo largo de su casi siglo y medio de vida ha sido conocida por distintos nombres, según el momento político o social que se viviera.

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PLAZA DE TOROS DE VERA. 1879. DECANA DE ALMERÍA

Las ancestrales fiestas de toros han sido en la península ibérica, desde tiempos pasados, uno de los rasgos distintivos de nuestra cultura mediterránea. En Vera hay noticias sobre toros desde antes del terremoto de 1518, siendo tradicional en los escritos encontrarnos con la orden del concejo: “se corran toros en honor a…”, ya fuese por san Cleofás, por la virgen del Rosario, por los monarcas o por algún acontecimiento nacional reseñable, siendo probable que la plaza mayor de Vera fuera desde antiguo el primer coso taurino existente. Los toros que venían por el camino de Baza eran encerrados antes de la lidia en una zanja que había en la calle del mismo nombre. Las primeras corridas de toros en Vera están documentadas en los años 1653 y 1799.

La Plaza es construida, por el abogado veratense Tomás de Haro y por el industrial Carlos Huelín Larraín, aprovechando el desnivel que hacía el terreno, para levantar posteriormente el graderío. Se inaugura con un cartel compuesto por los diestros Gonzalo Mora y José Sánchez Laborda (25-09-1879).

En 1904 se crea la Sociedad Taurina Veratense, que impulsará el desarrollo de las fiestas y de las continuas restauraciones de la plaza, debido a la acuciante falta de medios económicos de la obra y a la desidia de algunos contratistas constructores. Francisco Rodríguez Segura, alcalde, adquirió la plaza y cedió sus derechos a favor del Ayuntamiento. La última corrida de esta primera etapa, debido al estado ruinoso del edificio, se celebra en 1983. Con la fundación del Club Taurino Veratense se vuelve a dar impulso a la deseada restauración, que llega en 1997. Toreros de Vera han sido: Juan Caparrós, “El Platanero”, y Alejandro Carmona Baraza.

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EL AYUNTAMIENTO. 1888

La casa consistorial de Vera es el edificio en el que se desarrollan las labores de gobierno del Municipio que, después de la toma cristiana de Vera, pasó a formar parte de la corona de Castilla como tierra realenga. En los fueros de Vera se definían perfectamente las labores de cada miembro y su elección, desde el alcalde mayor y los cuatro concejales iniciales hasta el mayordomo, procurador, alguacil, personero, etc. Se reunían en una de las torres de la Vera vieja, que hacía las veces de consistorio.

Se ha demostrado que el lugar inicial del Ayuntamiento en la Vera nueva siempre ha sido el que vemos en la actualidad, junto a la iglesia de la plaza Mayor. También que casi siempre ha incluido en sus instalaciones la real cárcel y el pósito de grano. Hay constantes noticias de las obras de reforma del edificio (1623, 1725, 1745, 1778, 1785, 1795, 1855, 1877, 1967, 1983, 1991, 2005…). En 1878 se derriba el anterior y en 1888 se empieza a construir el que vemos hoy, por el arquitecto López Rull. En el año 2005 se anexa un edificio colindante para la ampliación de despachos, archivo municipal y otras dependencias.

Ésa fue la flamante construcción que vemos en las fotografías tomadas en junio de 1888, conmemoración del IV centenario de las capitulaciones de Vera, organizadas por el culto ayudante de obras públicas don José Moreno y Jorge, jornada para la que se elaboraron los pendones de los oficios que hoy se muestran en la entrada del Ayuntamiento. Unas fiestas ilusionantes para una Vera en la encrucijada económica.

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LA ESCUELA OFICIAL DE CAPATACES DE MINAS Y MAESTROS DE FUNDICIÓN. 1890.

El siglo XIX en la comarca fue la “edad del plomo y la plata”, y el XX la “edad del hierro”, que dará paso a mediados de siglo a la revitalización de la extracción del mármol. En los primeros momentos de esa minería eran los técnicos sajones los que llegaban a este sureste; España no contaba a mediados del siglo XIX más que con unas docenas de ingenieros de minas formados en Madrid, Almadén o Mieres. Para la corformación del capital humano necesario para desarrollar este tipo de trabajos en el levante almeriense debió haber sido una aportación decisiva la creación de esta escuela de capataces, pero el declive y cierre de las explotaciones en 1920-1930 conllevaría a su clausura temprana y a la diáspora de un gran número de técnicos formados allí.

Casi ninguna de los cientos de minas de Almería y Murcia contaba con dirección técnica hacia 1880, lo que se intentó suplir con la Real Orden de la Reina Regente para la creación de sendas escuelas. El Ayuntamiento de Vera se ofreció a hacerse cargo del local y el Ministerio de Fomento accedió, y se decidió en el Real Decreto de 1 de enero de 1890. Era pionera en toda España y dependía de la Escuela Especial de Ingenieros de Minas de Madrid. Su director fue don Luis de la Escosura; el subdirector don Juan Pie y Allué. El local del centro estaba ubicado en la calle del Mar, en la casa de los herederos de don Diego Orozco Gómez. Los aspirantes a ingresar, mayores de 18 años, tenían que superar una prueba académica. En el año 1912 había en España 100 capataces de minas formados en Vera. La escuela se cierra en el año 1924. En 1932 el Ayuntamiento solicita nuevamente del Ministerio de Instrucción Pública el restablecimiento de la Escuela de Ayudantes Facultativos de Minas (…) suprimida arbitrariamente en 1924 por el Directorio Militar.

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EPIDEMIA DE FIEBRE TIFOIDEA DE 1910-1912. ISABEL AMALIA MONTORO REYES

Durante estos inicios del siglo XIX la población veratense ha disminuido mucho debido a la crisis de la minería y la emigración a otros continentes. En 1908 había 8434 habitantes (en 1924: 6253, en 1950: 4701, etc.). Una epidemia de tifus, justo un siglo después de la terrible de fiebre amarilla, es sufrida en Vera y es descrita magistralmente en una memoria dirigida a la Cruz Roja por la hermana Amalia Montoro Reyes (hija de san Vicente), de 60 años de edad aproximadamente. En ella señala como la causa de la mortandad el incumplimiento de los reglamentos de sanidad de puertos y playas, que hizo extender la infección y un barco que descargó mineral en 1908 en Villaricos.

Agradece el trabajo desinteresado y las donaciones de las siguientes personas: Excma. señora marquesa de Squilache, cura ecónomo don Herminio Motos, médico Rodolfo Murcia López, médico Abelardo Ramón Olmos, Nicolás González Ferrer, Mateo Salas, alcalde Salvador González Saldaña, José Ruiz Ramírez, Antonio Dorador, Luis de la Serna, Eusebio Garres Segura, Juan Bautista García Segura, Francisco Montoro de González y Luis Giménez Canga-Argüelles.

En los libros de sepelios se cuentan 115 muertes en total por dicha causa, casi todas durante el año 1911 y afectando más al sexo femenino y de mayor incidencia en la franja de edad de entre los 30 y los 50 años.

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CRISIS ECONÓMICA Y EMIGRACIÓN. 1920 a 1950.

Aunque hoy Vera sea feliz receptora de personas de otros lugares, en esos inicios del siglo XX vivió su peor momento económico debido a que las grandes expectativas que generó la minería fracasaron, las pocas actividades que podían dar beneficios habían quedado en otros Municipios, como la pesca, el negocio portuario o el agua para riego y una tierra productiva, a la que no se podía trasladar y que no podía adquirir el humilde jornalero. Los trasvases de agua aún no existían, el cultivo bajo plástico tardaría en llegar, como el turista europeo, al igual que la meritoria pequeña industria de calzado de Miguel Giménez (demandante de empleados desde los años 50). Tras el fracaso de la Escuela de Capataces de Minas, el Instituto de Formación Profesional solo sería una realidad en el año 1952. La Guerra Civil había dejado un mal recuerdo, habiendo huido algunas familias pudientes, haciendo difícil la inversión local y el veratense acudió al último recurso que tiene el hombre para sobrevivir: emigrar. Los lugares de destino fueron: otros pueblos cercanos, Hispanoamérica, América del Norte, Argelia y Francia, en la posguerra Cataluña, etc.

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SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. 17 DE JULIO DE 1949

El origen del culto al ‘Sagrado Corazón’ comienza en 1685, pero más claramente en 1733, ligado al jesuita Bernardo de Hoyos, principal impulsor, que quería afirmar mediante el corazón abierto el amor de Dios hacia todos los hombres sin excepción, como oposición al protestantismo. La confesionalidad del Estado español de la posguerra y la fuerte religiosidad de la población española de esa época, sumadas a la moda del ‘sagrado corazón’ de Jesús a lo largo del mundo a partir de Fernando VII, hizo que el alcalde de Vera y jefe del Movimiento, don Francisco Cervantes de Haro, lo ordenara construir en la cima del Cerro del Espíritu Santo en la sesión de pleno de 1 de julio de 1949. Se trata de una estatua de cemento de unos 4,50 metros de altura. Los brazos del Cristo están levantados en señal de protección, apoyados los pies sobre una media esfera que representa la Tierra. La instalación de los andamiajes de madera la realizó el maestro de obras José Manuel Caparrós Gómez, con la ayuda de 10 valientes operarios, con una duración de la obra de un mes y medio, cobrando 20 pesetas a la semana. Según referencias de Enrique de Haro, las piezas de la escultura llegaron desde Valencia. El material se depositó en el cortijo ‘Alforo’ y para transportar las piezas se trazó una vereda para el paso de las parihuelas, gracias a los mulos de Frasquito Bascuñana, ‘el Albejano’. El cura párroco de aquel momento era don Juan Fernández Marín. Gracias al donativo voluntario de 2 pesetas se pudo inaugurar el 17 de julio junto a relevantes autoridades. El autor de la escultura es desconocido por el momento. En 1979-1980 se llevó a cabo una restauración por Aurelio, ‘El Torerito’, gracias a la promesa de Miguel Fernández Casquet, con un coste de unas 200.000 pesetas, y otra en el año 2002. A partir del 5 de marzo de 2011 se realizó la última, debido a que la estatua actuó de pararrayos durante una tormenta.

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LA FÁBRICA DE CALZADO DE MIGUEL GIMÉNEZ CAMPOY (1920-1974).

Fue el mayor centro industrial de la provincia de Almería durante décadas, llegando a contratar en su mejor momento a 300 obreros, produciendo y exportando anualmente por todo el mundo 3 millones de pares de alpargatas de goma y lona, zapatillas de paño, sandalias, botas, etc., contando con varias marcas registradas: Guerrero, El Hacho o MGC.

Miguel Giménez Campoy (1890-1966) fue hijo y yerno de veratenses alpargateros. Tras quedar huérfano de madre salió de Vera a buscar trabajo. Fue picador en las minas de La Carolina (Jaén) antes de hacer las Américas (Argentina, Méjico, Cuba y Estados Unidos), donde conoció a su suegro. Regresó a Vera con 20 años para trabajar en Francia o ayudar a su padre haciendo alpargatas de cáñamo y yute. Casó con Josefa Bolea Núñez a la edad de 30 años y vivieron en la Plaza Fernando V, comenzando a dedicarse a comprar cítricos para su exportación, actividad que abandonó para trabajar junto a su mujer, en los años 30, en la calle de las Tiendas, manufacturando alpargatas con suela de goma, material nuevo que empezó a venderse bien en las tiendas de la comarca. Aprendió de la industria zapatera de Alicante y a surtirse de materia prima barata, comprando máquinas de coser industriales y contratando a los primeros trabajadores veratenses. Trasladada su casa y taller a la calle Isabel la Católica añadió una tienda a su negocio. Tras la guerra compró un terreno con una fuente de agua cercana en el Pago de san Antón, incluida la ermita (1956); será la fábrica definitiva, de producción en serie, y desde la que exportará calzado a Granada y Sevilla y luego a Europa y América. Fue un hombre solidario con sus vecinos y con los más necesitados. Su industria, situada en un lugar deprimido en el levante almeriense, es un ejemplo paradigmático de emprendimiento, estudiado en las Universidades españolas.

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LAS CLASES MEDIAS. SOL Y PLAYA

El turismo nacional e internacional vino a salvar el municipio de Vera de quedar condenado para siempre a subsistir en los límites de su mínima expresión. Antes del anuncio en la prensa internacional de la bomba de Palomares (17-01-1966) y la inauguración, dos días después por el ministro Fraga del Parador de Mojácar, en Vera ya se había presentado el proyecto del complejo turístico de Puerto Rey (1963), inicio del despegue económico que hoy todos conocemos y que dará pie a otros muchos desarrollos urbanos en nuestra tierra.