El obispo de la diócesis Mons. Adolfo González Montes, dedicó y consagró el pasado sábado el templo parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación de Vera, tras su restauración, mediante la celebración de una solemne Eucaristía, presidida por el Prelado diocesano, y concelebrada por el cura-párroco Carlos María Fortes García, junto a dieciséis sacerdotes, asistidos de tres diáconos y dos seminaristas. Contó con la asistencia de José Carmelo Jorge Blanco, alcalde de la ciudad, miembros de su equipo de gobierno y corporación municipal, junto a autoridades civiles y militares, hermanos mayores de las hermandades y cofradías, consejo de pastoral, profesionales y trabajadores de las obras; así como gran cantidad de fieles, que abarrotaban el templo tras su apertura y posterior procesión de entrada conforme al ritual.
El templo ahora restaurado data del siglo XVI, bajo la atenta dirección de Francisco Capilla, una iglesia fortaleza donde convergen elementos mudéjares y góticos de gran belleza, en la actualidad solo queda el escudo del obispo Villalán en la fachada que da a la plaza Mayor, el mismo prelado que mandó construir la Catedral de Almería; habiendo desaparecido con el transcurrir del tiempo los escudos del emperador Carlos I y el del Papa Adriano VI, y que con motivo de esta restauración el Ayuntamiento tiene la intención de reponer. Así pues la obra finalizada, tuvo su inició en el expediente instado por el cura-párroco Antonio de Mata Cañizares en el año 2011, ya en el mandado del actual equipo de gobierno del Partido Popular; dando comienzo las obras en agosto del 2014, con una subvención de 180.000 , y finalizando en el presente mes, lo cual es digno de mención dada la prontitud con la que se han desarrollado los trabajos de restauración.
Estando cerrada la puerta principal del templo parroquial, tras los golpes de rigor con el báculo por parte del obispo Mons. González Montes, la procesión accedió e hizo su entrada en el mismo, atravesando la portada abierta entre dos de las torres que da paso bajo el coro a la nave central del templo. Ya en el interior tuvo lugar el ritual de aspersión del agua, rociando pueblo, muros, baptisterio y altar.
Durante la dedicación de la Iglesia, se consagró el altar dotado de una piedra de mármol de 1,60 por 90 cm. de grosor. Ubicándose a los pies del mismo las reliquias de mártires provenientes de un antiguo ara del altar de la iglesia, conforme constaba en su sepulcro. El frontal del altar está decorado con seis piezas de mármol verde y otras seis en su parte posterior, que simbolizan a los doce Apóstoles del Señor. A su vez, la piedra en mármol que ha servido de altar en estos últimos años, erigido por el que fue cura-párroco Juan Fernández Marín, en 1968 y consagrado por Monseñor Suquia, a la sazón obispo de Almería; y que ahora formará parte del retablo mayor, siendo la base donde este se asienta; habiéndose incrustado en ella igualmente siete piezas de mármol verde, que simbolizan los sacramentos de la iglesia católica. Así también el baptisterio, que ha estado ubicado en uno de los torreones, se ha devuelto cerca de la puerta de entrada, recuperando así su lugar histórico, donde se ha vuelto a colocar la pila bautismal en la que fueron hechos cristianos los hijos de Vera, entre ellos la Madre Paula, religiosa veratense fundadora de las Franciscanas de la Purísima, que actualmente custodian y velan el santuario de la patrona de la ciudad, la Santísima Virgen de las Angustias.
El cura-párroco Carlos María Fortes García, alma mater de esta magna obra, acompañó al obispo Mons. González Montes, en el acto de unción de las cuatro cruces, iluminadas con sendas cirios, y situadas en las cuatro esquinas del templo, que evocarán para siempre, el hecho de la consagración de este templo parroquial a Nuestra Señora de la Encarnación. Donde la celebración de los divinos misterios, el alimento eucarístico y el canto litúrgico, abrieron en esta celebración una nueva etapa en la vida espiritual de la comunidad parroquial de Vera, siempre para mayor gloria de Dios.