A las once y media de la noche del sábado cuatro de abril, tuvo lugar en la parroquia de la Encarnación de Vera, la Vigilia Pascual para celebrar la resurrección del Señor. Celebración que se inició en la calle con el encendido del cirio pascual y renovación de las prometas bautismales por parte de la comunidad que quiso participar en tan solemne acto, presidida por el cura-párroco Carlos María Fortes García, asistido del diácono permanente Juan Francisco Ramírez Medina; y equipo de liturgia de la parroquia, que proclamando de lecturas del antiguo y nuevo testamento así como los salmos, hizo un recorrido narrativo de la historia de salvación. Previo el canto del Pregón Pascual, que fue bellamente interpretado por las hermanas Margarita y Loli Garrido y la actuación del Coro parroquial de la Encarnación y San José, bajo la dirección de José Francisco Garrido López. A su término los fieles que llenaban el templo, fueron obsequiados con unos ricos bizcochos y chocolate.
Ya en la mañana del domingo cinco de abril, a las ocho treinta horas tenía lugar la procesión del Resucitado. Que lo hacía con la imagen de Cristo Resucitado desde la ermita de San Ramón, pues era la Real Archicofradía del Nuestro Padre Jesús Nazareno, quien organizaba el desfile procesional, presidido por el hermano mayor de la misma Antonio Cano, con su junta de gobierno; pregonera el pregón Nazareno, Cristina Caparros Soler; el pregonero de esta Semana Santa, Diego Martínez Castillo; y un grupo de manolas ataviadas con la típica mantilla española; acompañado durante todo el recorrido por la Banda Municipal de Música de la ciudad, bajo la dirección de Juan Francisco Soler Rodríguez; hasta el santuario de la patrona Nuestra Señora la Virgen de las Angustias, donde se celebró la eucaristía presidida por el sacerdote franciscano P. Carlos Omar Durán, asistido del diácono transeúnte adscrito a la parroquia, Roly Gutiérrez Salazar; concurriendo en nombre del alcalde de la ciudad José Carmelo Jorge Blanco, el 2º teniente-alcalde Juan de la Cruz Belmonte Mena; y en la que actuó el coro de San Ramón. A su término, la procesión prosiguió su trazado de costumbre de vuelta hacia la ermita de San Ramón. Durante el trayecto, niños de todas las edades hacían sonar sus campanas de arcilla, hechas para la ocasión; mientras muchos fieles desde sus balcones, hacían caer sobre la imagen del Resucitado, una lluvia incesante de de pétalos de flores, queriendo expresar así, según sus manifestaciones: ‘El amor por Jesús vivo y resucitado, a la vez que celebrar con alegría el triunfo de la vida sobre la muerte, y lo que este hecho significa de gozo y esperanza para la comunidad cristiana’.
También según costumbre inmemorial, los vecinos ofrecieron durante todo el trayecto y que la Hermandad recoge, infinidad de regalos, que posteriormente hacia el medio día, y tras la procesión, fueron adquiridos por los veratenses en pública subasta, recaudándose la cantidad de 4.601,00 euros.