Publicado en el periódico Actualidad Almanzora. 1ª quincena de abril de 2016.
Pedro López Soler
Secretario del Excmo. Ayuntamiento de Vera
Publicado en el periódico Actualidad Almanzora. 1ª quincena de abril de 2016
EL PREGÓN DEL JUDÍO DE VERA: UNA RELIQUIA BARROCA
La Semana Santa de Vera, como la de otras muchas poblaciones españolas, contiene elementos singulares y propios que la pueden convertir, si se saben aprovechar con inteligencia, en una de las más particulares y visitadas de esta Comarca levantina, ante todo por el sabor que rezuma su antigüedad y sus tradiciones. No es pretensión del presente artículo el realizar un estudio pormenorizado de todos los elementos que confluyen en la Semana de Pasión veratense, sino única y exclusivamente centrarme en uno de sus momentos, tal vez el de mayor entidad, dado su tono tan característico y singular: el denominado “Pregón del Judío”, que constituye, que yo sepa, el único vestigio o supervivencia de una histórica Semana Santa, que lo fue durante más de 250 años, pues se inició entre mediados y finales del siglo XVII, prolongando su andadura hasta poco antes de la Guerra Civil de 1936.
Pero, si alguien que viene de fuera le pregunta a un veratense ¿qué es eso del “Pregón del Judío”? ¿De dónde viene esa tradición?¿Sabríamos responder con el adecuado conocimiento de causa? A contestar tales preguntas se encamina lo que a continuación se dirá, con la primordial idea de fomentar la inquietud por el conocimiento de nuestra historia y tradiciones, y con el ánimo de que ayuden a preservarlas, porque siempre el “ayer” constituye el fundamento de lo que es el presente y de lo que puede ser el futuro.
ENTRANDO EN FAENA
Entrando ya en faena, en base a toda la información que he podido recopilar sobre esta materia, podemos afirmar, sin género alguno de duda, que si bien el Pregón del Judío es una representación que en el ámbito de la provincia de Almería se ha conservado exclusivamente en la ciudad de Vera, no se puede afirmar lo mismo con respecto al resto de Andalucía, donde en muchos pueblos, particularmente del sur de la provincia de Córdoba y otros de la provincia de Jaén, se conservan determinadas pervivencias de aquella Semana Santa barroca, si no igual, en forma bastante similar al de los Nazarenos veratenses, si bien, y ahí está el MÉRITO, los casos de supervivencia no son muy numerosos, siendo más bien escasos, y en algún supuesto, como el de Castro del Río, su “madrugada” de Viernes Santo le ha servido a la localidad cordobesa para que su Semana Santa sea declarada de Interés Turístico Nacional, cuestión que para nada resulta baladí.
Pero volvamos al asunto que nos ocupa reiterando la pregunta: ¿qué es el Pregón del Judío? Quizá la denominación, que esa sí que es de genuino sabor “veratense”, y que obedece a una deformación del lenguaje -por eso en Vera a la cohorte romana se le llama “judea”-, despiste un poco, porque se trata, ni más ni menos, de lo que en otros lugares de Andalucía (que ya he apuntado de las provincias de Córdoba y Jaén) se denomina y es lo natural, como Pregón de la Sentencia. Esto es la Sentencia de Pilatos que condena a Jesús a la muerte en Cruz, e integra uno de los tres o cuatro pregones clásicos que formaban el llamado Sermón del Paso, que no es sino un resumen de la Historia de la Redención que se inicia con el relato de Adán y Eva y termina con la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Así son los conocidos Pregón del Ángel y también Pregón del Padre Eterno, que se mostraban como representación dramático-religiosa, en lengua castellana (recordando que en la época las misas eran en latín), siendo acompañados con las pláticas de un sacerdote o predicador del clero, uniéndose a todo ello el desfile profesional protagonizado por las tallas con las Sagradas Imágenes titulares de las respectivas Hermandades. Se conforma de esta manera un maravilloso conjunto visual, musical y escénico, expresión máxima y práctica de una demostración de catequesis popular, que causaba admiración a la gran mayoría de los espectadores asistentes, y de la cual formaban parte un gran número de vecinos (niños y mayores) como figurantes, interpretando como actores los distintos pasajes del Antiguo Testamento y de los Evangelios que se iban narrando en el escenario, con distintos apartados y aprovechando los diversos espacios y rincones de la Plaza Mayor.
En la localidad de Vera, estas representaciones, otra gran peculiaridad del lugar, al menos en los últimos años de su existencia (década de 1930), se denominaban “Funciones” de Semana Santa. Y el Sermón del Paso se realizaba en su versión amplia o extensa, esto es, dramatizando algunos pasajes bíblicos, aparte de las escenas de Pasión, siendo muy recordado por personas que viven todavía, el Paso del Sacrificio de Isaac, que se hacía el Jueves Santo por la tarde, formando parte de la memoria colectiva de la población un famoso párrafo del pregón (llamado Pregón del Suspende) que expresaba:
“Suspende el golpe
Abrahán dichoso,
que el Todopoderoso
satisfecho de tu fe y obediencia
de Isaac,
es revocada la sentencia”.
Las “Funciones” tuvieron un enorme apoyo y participación popular, tal y como se explicaba por un cronista de principios del siglo XIX, Simón de Rojas Comente Rubio, en su libro “Viaje a Andalucía”, de 1805, el cual contiene el siguiente párrafo: “tal vez sea Vera el único pueblo de España en que la Semana Santa se representa al vivo todos los misterios de la vida de Cristo, desde la promesa de Abraham hasta la Resurección. Todos los pueblos de al lado acuden a verla, de tal forma que se dice, que se creería no existir ya Dios, si la función dejaba de hacerse” (párrafo transcrito del Pregón de Semana Santa de Vera de 2013, de Dª Isabel Alaminos Chica). En tal aspecto, también Vera cuenta con una inmensa suerte, como es el poder disponer de prácticamente todos los textos originales (sermones, pregones y versos) en los que se basaban las representaciones vivientes bíblico-pasionales, que fueron donados recientemente al Archivo Municipal por el profesor, y ahora también en lides de poeta, D. Diego Alonso Cánovas, y que fueron recopilados por familiares suyos residentes en Barcelona en el año 1966, y que en mi humilde opinión, constituye un auténtico tesoro que probablemente en poco tiempo pueda ser fuente de grandes logros en la recuperación de antiguas tradiciones relacionadas con nuestra Semana de Pasión.
Ya anteriormente se ha explicado de forma somera, cómo se articulaba este sistema narrativo: plática del sacerdote (desde un púlpito móvil), pregón (normalmente en tono de salmodia, alargando las terminaciones de las frases), personajes ataviados con ropajes apropiados para la representación, y desfile procesional, que en un momento dado, en la Plaza Mayor, donde se situaba el Huerto de Los Olivos (bajo torre del reloj de la iglesia), y en los balcones del Ayuntamiento y casas principales del entorno, los Tribunales, altares, pretorios, etc., uniéndose todos estos elementos también con las tallas de las imágenes titulares de las Hermandades, en la propia representación, formando parte de la misma. Así, es fácil imaginar la manera en la que en la tarde-noche de Jueves Santo (Hermandad de San Juan), el Santísimo Cristo de la Misericordia, que este año cumple 400 años, llegando en procesión desde el Convento de los Padres Mínimos, se integraba en la representación de la Agonía de Getsemaní, donde se cantaba el Pregón del Cáliz, también conocido en otros lugares como Pregón de los Azotes o del Confortamiento.
De la investigación y datos recopilados, se puede afirmar por quien estas líneas suscribe, que el día central de las representaciones lo constituía el Viernes Santo, y básicamente por la mañana, y hay una razón para ello: la vinculación con las Hermandades de “Nazarenos” (muchas de ellas inspiradas por los Franciscanos) de esta versión popular barroca del drama de la Pasión, que hay que dejar muy claro que no tiene su origen en los Autos Sacramentales, cuyo nivel literario (Pedro Calderón de la Barca, Lope de Vega…) es infinitamente mayor, y además , el Auto se representaba en las iglesias el día del Corpus, o día del “Sacramento”, y por eso se puede afirmar con rotundidad que nada tiene que ver con lo que ahora nos ocupa, aunque pueda tener similitud en cuanto a la época de su formación, claramente barroca de mediados-finales del XVII), pero no, en cuanto al contexto literario, siendo los sermones y pregones de Pasión, de evidente origen sencillo y popular, si bien confeccionado por autores con alto nivel cultural en la citada época.
Desde otro punto de vista cabe decir que el verdadero milagro de las descritas escenificaciones vivientes, consisten en que las mismas sobreviviesen a las prohibiciones de los distintos Obispados, que se comunican a las parroquias en torno a la mitad de la centuria del XVIII, al considerar muy poco respetuoso que personajes populares, a veces muy “sui géneris” de cada pueblo, interpretasen al Señor Jesús y otras figuras de la Biblia, por el tono a veces caranavalesco y hasta con cierto aire de chufla que empleaban, así como las reacciones impulsivas e interrupciones del público asistente, más propias de un jolgorio que de un solemne acto religioso. Debido a esas razones, estos dramas de pasión únicamente sobrevivieron en lugares, como es el caso de Vera, donde estaban muy arraigados en la cultura popular, y también por la defensa sin ambages que de los mismos hicieron los propios Párrocos, por considerar que era una muy buena fórmula para catequizar a sus feligreses.
El Viernes Santo veratense, al igual que en los pueblos de Córdoba y Jaén en donde existían, y constatamos en novelas tales como “Juanita la Larga” de Juan Valera, y en algunos (Castro del Río, Luque, Doña Mencía, Espejo, Mengibar…) aún persisten, se inicia al alba o incluso antes del amanecer. La más emblemática de las procesiones actuales es la “Subida de Jesús”, de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que comienza a las 8 de la mañana (probablemente, en otra época comenzaría en torno a las 6 de la mañana), y en la que dos filas interminables de hombres con vestimenta de “traje riguroso”, acompañan al Nazareno en su camino hacia El Calvario, en este caso, la Plaza Mayor de Vera, sufriendo las “tres caídas” para encontrarse con su Madre (Santísima Virgen de las Angustias), y donde le es “cantada”, en forma de salmodia, la Sentencia de Pilato, esto es, el “Pregón del Judío”, por un figurante vestido como legionario romano, que después invoca el perdón de Cristo cantando una saeta de redención. Como ya se ha dicho momento crucial o culmen de nuestra Semana Mayor, de tal manera que muchísimos veratenses e incluso foráneos procedentes de los más recónditos rincones del planeta, centran todo el esfuerzo de un año en estar presentes en esa solemne procesión y mágico acto de representación dramática. El texto de la “Sentencia” es muy similar, no exactamente igual, en todas las poblaciones andaluzas donde subsiste, lo que hace pensar en un origen común de las primeras décadas del mil seiscientos, lo que se conoce por los expertos como Semana Santa Barroca, que es el origen y la base, de todas las tradiciones de la Semana Santa actual, pues en ese siglo se formaron las grandes Hermandades y Cofradías de Penitencia, se encargaron los conjuntos escultóricos, y las tallas de las Sagradas Imágenes surgieron disciplinantes, nazarenos y penitentes, etc. El texto (recopilación de 1966) de la Sentencia, a título de ilustración para los lectores, se inicia así:
Esta es la Justicia,
que manda hacer el adelantado Poncio Pilatos
presidente de la Inferior Galilea,
aquí en Jerusalén
regente por el Imperio Romano.
Y entonces y para finalizar, ¿cuál es la conclusión que podemos deducir? Pues que Vera cuenta con una verdadera reliquia barroca en su Semana Santa, que es el Pregón del Judío, recuerdo vivo y a la vez estampa actual de “aquella” Semana Santa, con representaciones dramáticas vivientes de pasajes bíblicos y de la Pasión de Cristo, que truncó nuestra “incivil” Guerra de 1936, aquella Semana de Pasión y apasionada de niños-ángeles, de actores aficionados actuando como figurantes, de sermones, de pregones salmodiados, de versos populares, de “Santos” sobre los hombros de los horquilleros, de Jesús en su borrica bendiciendo palmas y olivos, de María Santísima (Virgen de las Angustias), escuchando el Pregón de las Tocas en la dolorosa tarde-noche de un Viernes que dejó para siempre su huella en el mundo, con la ejecución de mayor trascendencia de toda la historia de la Humanidad.
En definitiva, el Pregón del Judío, constituye un evidente vestigio de tiempos muy remotos, y por lo tanto, es un acto pasional de enorme calado histórico, pudiéndose afirmar que se erige como auténtico patrimonio inmaterial de Vera y de Andalucía, y por ello debe conservarse e incluso potenciarse, si fuese posible, porque se trata de una estampa visual que hace muy específica y singular la Semana Santa veratense, merecida y muy digna de ser conocida y visitada.