Recuperamos el artículo escrito por Juan Miguel Núñez Batlles para el periódico La Voz de Almería, publicado el martes 5 de agosto de 1975, titulado: En torno a las ruinas de un histórico convento, sobre el convento de la Victoria o de Padres Mínimos de Vera.
Recuperamos el artículo escrito por Juan Miguel Núñez Batlles para el periódico La Voz de Almería del martes 5 de agosto de 1975, titulado: En torno a las ruinas de un histórico convento,sobre el convento de la Victoria o de Padres Mínimos de Vera.
Por supuesto que el texto está publicado antes de la restauración definitiva del edificio, iniciada en el año 1999 por el arquitecto Luis Cano Rodríguez (obra reconocida con la concesión del Premio Arco de arquitectura 2002-2003), por lo que se deduce que, afortunadamente, no se tuvo en cuenta la corteza de miras de estas iniciativas y hoy podemos disfrutar de uno de los edificios más emblemáticos del Municipio (siendo también totalmente conscientes de los justificados motivos mostrados por los vecinos implicados y directamente perjudicados por décadas de inacción y de la falta de recursos dinerarios del Ayuntamiento en aquellos años).
EN TORNO A LAS RUINAS DE UN HISTÓRICO CONVENTO
Los vecinos y el arquitecto municipal están por el total derrumbamiento, con el consiguiente peligro que éste entraña y pese a que el edificio carece de cualquier valor artístico, aún sigue en pie.
Día primero de mayo del año 74. En Vera un grupo aproximadamente de 30 vecinos que habitan en las calles de Juan Anglada y La Victoria presenta un escrito al Alcalde de aquel Ayuntamiento, dando la voz de alarma en torno al carácter ruinoso que ofrece un viejo edificio, enclavado a escasos metros de sus viviendas. Se solicita sean tomadas las medidas oportunas para que, dada la grave peligrosidad que entraña su estado actual, sea derribado.
UN POCO DE HISTORIA. SU FUNDACIÓN Y ESTADO ACTUAL
El convento de los P. P. Mínimos (-Orden fundada por San Francisco de Paula-) es un edificio de estilo románico, achaparrado que consta de capilla amplia, coro y sacristía. Este convento de los P. P. Mínimos, llamado de la Victoria, fue fundado en el año 1606 y de sus claustros formó parte su ilustre hijo de la ciudad, el sabio Fray Pedro de Torres.
Su estado actual es ruinoso, porque jamás hubo preocupación alguna por su entretenimiento y reparación. Deteriorado, en tiempos de la guerra de liberación, actualmente la capilla es la que ofrece mayor peligro de derrumbamiento. La sacristía está mejor conservada. Una gigantesca hiedra que nace en los jardines de la finca colindante «García-Leonés» ha trepado por su torre y parece abrazarla queriendo sostenerla contra los embates del tiempo, dando así una lección permanente al pueblo y autoridades que con indiferencia contemplan la caída inminente de este templo, reliquia de una gloriosa tradición católica.
EL «NUDO BUROCRÁTICO» O LA ANGUSTIA DE UNA AMENAZA
Aquel escrito de «Los Treinta» que no estaban dispuestos a pagar con sus vidas la negligencia de las personas encargadas en ordenar el derribo, tuvo su contestación oficial veinte días después. El comunicado del Alcalde a los vecinos del Reducto (por este nombre se le conoce al barrio) dice «que se le ha ordenado al Arquitecto Municipal para que realice un minucioso reconocimiento sobre el estado del mencionado edificio, para proceder en consecuencia».
Tras esta respuesta y transcurrido un breve paréntesis de tiempo, el encuentro casual de don Fernando Guisado Janciro, uno de los firmantes, con el Arquitecto Municipal, en las mismas dependencias del Ayuntamiento, va a ser un hálito esperanzador para los que viven pendientes de los peligrosos y constantes desprendimientos de piedras de las fachadas principal y lateral del viejo convento. Le fue mostrado al señor Guisado por el Arquitecto el informe de este, donde declaraba el estado ruinoso del convento, y, según manifiesta el propio Sr. Guisado, durante la conversación que tuvieron, «el Arquitecto Municipal se inclinó, sin ningún tipo de reservas, por el total derrumbamiento del edificio».
De nuevo don Fernando Guisado -como siempre, en nombre de toda la vecindad interesada- se dirige por escrito a la persona del Alcalde, exponiendo que «ya tiene conocimiento del informe emitido por el Arquitecto» y solicitando que se le expida el certificado que éste formuló sobre el estado del inmueble. No se produjo entonces contestación alguna, ni escrita ni verbal.
Así las cosas, se pasa al Gobernador Civil, exponiéndole (en escrito enviado por correo certificado, número 766, el 23 de julio del año 74) los pasos que llevan seguidos en el «asunto», hasta aquí detallados, y suplicándole que «tenga a bien dar las órdenes oportunas, y previas las investigaciones necesarias, e información precisas, si en su mano está para que el «nudo burocrático» que hay formado se desate y se proceda a la demolición del tan mencionado edificio, ya que el mismo constituye una amenaza mortal para cualquier vecino de todo el pueblo que vive bajo esta angustia, al pasar por la calle de Juan Anglada, máxime cuando una casa particular ha sido demolida con toda urgencia, desalojando al inquilino, que es propiedad del Ayuntamiento, aún sigue en pie, con el siguiente peligro que entraña». A los pocos días de enviado este escrito al Gobierno Civil, un grupo de albañiles levantan una valla de bloques de cemento que tiene aproximadamente dos metros de altura y bordea el edificio por las calles de Juan Anglada y La Victoria, continuándose en esta última calle con unos palos de madera y alambre.
Hasta aquí no hay más «papeleo».
MINISTERIO DE LA VIVIENDA Y BELLAS ARTES
Sabemos que han estado en Vera, a raíz de este «asunto», Comisiones enviadas por el Ministerio de la Vivienda y Bellas Artes, aunque nada se ha dicho oficialmente de los informes que hayan podido emitir.
Mientras, la única función específica del mencionado convento viene siendo la de guardar las carrozas que se usan en la feria. El edificio carece de cualquier valor artístico que hiciese obligatorio este inacabable retraso en su demolición; y el peligro que reviste es impresionante. Desde la calle se ve la bóveda central, rajada a todo lo largo del techo, apoyada en los muros laterales que se van abriendo a medida que ésta separa de su vértice.
¿HOTEL?
Y para que nada se quede fuera de este reportaje donde tratamos de recoger todo cuanto existe relacionado con el convento de Vera, nos permitimos «echar una mano» a la carpeta de trabajos pro-Vera que José Eugenio Núñez ha escrito, donde se dice:
«Mi querido amigo José Salas Bolea:
Falta indispensable, como tú has reconocido tantas veces, de este Hotel decente, del cual tanto se ha hablado, radicado en el sitio del antiguo convento; dirigido por manos expertas…»
Todo esto queda apostillado por una frase de Pablo Neruda que (a lo mejor sin querer) el mismo José-Eugenio saca al principio de su carta al Alcalde de Vera: «Los tiempos han cumplido su estatura».
Juan Miguel Núñez-Batlles