Conferencia del profesor Valeriano Sánchez Ramos en el Convento de la Victoria de Vera el día 1 de febrero de 2019 a las 20:00. La difícil convivencia morisca en la tierra de Vera.
El viernes 1 de febrero de 2019 la Comisión del V Centenario del Terremoto de Vera entró en su fase final, presentando la penúltima y undécima conferencia organizada por la misma. En este caso fue el profesor de Historia y miembro de la Academia Andaluza de la Historia, Valeriano Sánchez Ramos, el que acudió al convento de la Victoria de Vera a las 20:00 horas a reflexionar sobre la Difícil convivencia morisca en la Tierra de Vera. Y no es casualidad que en estas fechas se insista en la cuestión: se cumplen 450 años de la Guerra de los Moriscos. Sánchez Ramos demuestra una vez más su generosidad tras haber participado en otros actos por los mismos motivos en Cuevas del Almanzora (26 de diciembre) y en la misma Vera (20 de noviembre).
El profesor, ante la presencia del Alcalde de Vera y un nutrido público, tras informar a los oyentes de que fue él mismo el que elaboró los textos sobre la historia de los padres mínimos que rodean el antiguo templo monástico en el que nos encontrábamos, comenzó describiendo la situación política de esa convivencia que llevó a la revuelta de la ‘nación morisca’ de 1568 y la guerra de conquista desde el año 1485 en el sultanato nazarí de Granada. Vera era una punta de lanza, una de las grandes cerraduras militares del trono de la Alhambra en la frontera con Murcia, ‘la raya’ con Murcia.
El reino de Granada estaba en crisis. El sultán Muley Hacén y su hijo, Boabdil (el ‘rey Viejo y el ‘rey Chico’), tienen diferentes maneras de entender el gobierno y se traducen en sus “partidos políticos”: los abencerrajes y los zegríes, respectivamente. Muere el ‘rey viejo’ y El Zagal, su hermano, toma el poder. Vera, sin embargo, estaba bajo el poder de Boabdil, como se demostrará en el ataque de mayo sobre Murcia, engañoso, para dividir a las fuerzas castellanas y disimilar que el ataque estratégico sería en Loja.
Boabdil era partidario de pactar, negociar. El Zagal era más partidario del campo de batalla tradicional. La decisión de Castilla, enterada de esas luchas internas, era atacar por el oeste, por Málaga. El plan de Boabdil de atacar Loja falla y cae, lo que hace precipitar los acontecimientos; es tomado como prisionero por los Reyes Católicos y pactan con él, cediéndoles parte de los territorios a cambio de que siga gobernando y llegar a la convivencia real. Liberan a Boabdil y El Zagal, sabedor de esos pactos, lanza una ofensiva sobre Málaga que disloca los planes de los Reyes Católicos, planeando a partir de ahí un ataque pendular desde la misma Málaga y Vera y los Vélez hacia Murcia, presionando desde los dos lugares a los reinos cristianos, dividiéndolos. Eso hace que un Boabdil exitoso tome de nuevo la Alhambra en mayo de 1487, que ordena la llegada a Almería del príncipe Cidi Yahya Alnayar, su tío, para negociar a un alto nivel.
Frente a los duros ataques a los cristianos en el oeste, los Reyes Católicos plantean otra forma de llevar la conquista por medio de pactos, ‘capitulando’. El lugar perfecto para hacerlo es Murcia, lugar de paz en ese momento. Cidi Yahya en contacto con altos cargos de Vera y los Vélez, inicia las negociaciones. En 1488 comienza la campaña, y debe empezar con una pequeña guerra, con el fin de ‘hacer rostro’, para simular ante la población y las autoridades de Granada, pero El Zagal inicia una guerra civil desde Cantoria al saber de esos planes, entre abencerrajes y zeigríes. Prohíbe todo tipo de pactos en la frontera.
El adelantado de Murcia, don Pedro Fajardo, junto a Juan Chacón, lanza el ataque desde Murcia. El Zagal se retira a Guadix, abrumado por el peso de sus ejércitos. Desde Los Vélez y Vera se reactiva la negociación en Pulpí y cruzan la frontera. El día 9 de junio el marqués de Cádiz empieza a negociar con las autoridades de Vera. Por sus cartas dirigidas a la reina católica se sabe que la negociación con Yuça Cordela y las autoridades de Vera y Cuevas fue laboriosa (dirigidas por Cidi Yahya desde Almería), aun sabiendo que la gente más difícil de Vera ya había marchado con El Zagal, pues había mucha confusión dentro de la fortaleza de Vera, quizá por miedo a las posibles represalias. Se sigue con el intercambio de rehenes y a la mañana siguiente se entregan las llaves, como ya todos sabemos. Así, todo el territorio de la Tierra de Vera se entrega, incluida Cuevas del Almanzora. El día 10 de junio de 1488 Fernando el Católico llega a Vera, aun siendo rey de Aragón y no de Castilla. Así, Vera pasa a ser jurisdicción de este reino. En uno de los respaldos de la sillería del coro de la catedral de Toledo aparecen labrados ese capítulo y muchos otros, protagonizados por los Reyes Católicos, “para mayor honra de Dios”.
Valeriano ofreció otros detalles nuevos que algunos desconocíamos sobre cómo se procedió en la toma de la fortaleza: el alférez mayor habría subido a la torre más alta con el pendón de Castilla, lo habría tremolado tres veces y habría dicho tres veces: ¡Santiago!, ¡Castilla! y ¡Doña Isabel!
El día 17 los Abduladíes, en los Vélez, también se entregan, pero Purchena y Tabernas no capitulan, a las órdenes de El Zagal, lo que complica su camino hacia Almería y complicará la vida a Vera durante un tiempo. El 24 de junio en la Puerta de Pechina se intenta un ataque contra los musulmanes y el 26 entienden que Almería no se iba a entregar fácilmente, estando cerca los radicales de El Zagal, que no podrá ser hasta 1489, siendo Vera de nuevo la cabeza de la nueva campaña, desde El Real de Vera, entrando por el norte hacia Almería. A continuación se van entregando otros lugares del Almanzora.
Dejando aparte la cuestión guerrera, el profesor entró a describir en qué consistieron las capitulaciones de Vera y Almería, que, aunque por desgracia las de Vera no se conserven, las de la capital deben de ser una copia de las veratenses, por ser éstas anteriores. Las condiciones se resumen en cuestiones de jurisdicción y administración: toman a la población por vasalla castellana, pero prometen tratarla bien. Se mantiene como tierra realenga para depender solo de la reina de Castilla, al contrario de Cuevas (señorío). La tributación no aumentaría y se respetaría la moneda musulmana. Conservarían sus propias tierras para el cultivo. La justicia se impartiría según los códigos musulmanes. Sobre los derechos y libertades se respetarían los usos y costumbres de la población (zambras, ramadán, etc.), incluida las religiosas. Se perdonan los delitos cometidos con anterioridad y libertad para la marcha de los ‘no vecinos’ con sus bienes a otros lugares. Otras cuestiones tocaban aspectos relacionados con el mantenimiento de la muralla defensiva, la exención del ‘derecho de huésped’ en las casas musulmanas (no estaban obligados a alojar a los militares que iban de paso). En definitiva: las condiciones de vida de Vera no cambiaron para sus pobladores, a excepción de la ubicación de la población, que debía hacerse fuera de la fortificación de Vera, que sería hacia el río Antas y otros lugares de la Sierra de Cabrera. Los que no quisieron ir allí retornaron a Berbería o a Valencia.
Así comienza el gobierno de la Vera cristiana, con la capitanía de las guardas bajo las órdenes de Garcilaso de la Vega, ‘el viejo’, padre del famoso poeta, el primer Alcalde de Vera y de Mojácar. Deja como comendador en Vera a Alonso Fernández de Fuensalida, mientras Garcilaso está en la campaña militar.
El siguiente paso es la repoblación de Vera por militares, las guardias viejas de Castilla, el primero de los cuales fue un tal Juan Ternero. Sus primeros pobladores fueron 100 vecinos (1492) y el primer repartidor fue Alonso Fernández; el segundo Diego López de Haro, marqués del Carpio. Ya fuera porque era más atractiva la recién conquistada zona de Guadix o por otros motivos, costó mucho la repoblación, por lo que los reyes debieron conceder la exención de impuestos (franquezas) a todos aquellos que vinieran como colonos (17-09-1494). Además, en 1492 se entrega el Fuero de Vera, normas básicas de gobierno local. Comienza así el gobierno civil del municipio, con el nombramiento de todos sus cargos.
El repartimiento de tierras y la distribución de las mismas nos habla de las distintas clases sociales, de los colonos y de los musulmanes. Los cultivos principales eran de morera y olivo de regadío o de secano o sembradura, además de hornos y molinos. El que más tierra recibió fue Garcilaso de la Vega, con 450 tahúllas de tierra de regadío.
Tras ese trámite inicial, el siguiente paso de los reyes es enviar corregidores al territorio, que se turnaban cada 6 meses, siendo los primeros el bachiller Santacruz, Diego López de Burgos, Juan López Navarro…
Sobre la convivencia entre las dos comunidades, en febrero de 1493, sabemos que Mahomad Abenjani se queja al corregidor de que unos soldados de Vera han abusado de unos vecinos. El pleito se zanja ordenando por parte del rey que se prohíban esos malos tratos de manera tajante, lo que demuestra las buenas intenciones iniciales de las autoridades con el fin de mantener las buenas relaciones. Pero los cristianos comenzaron a preguntarse cuál era su botín de guerra. En 1498 comienzan a realizarse censos de todos los bienes y la tributación: molinos, cultivos, etc. El fin de todo ese proceso es que el botín consistiera en que los musulmanes tributaran por sus tierras y productos. Y era necesario para reforzar toda la línea de la costa para la defensa del territorio frente a los ataques piráticos africanos. Aumenta así la presión fiscal sobre Vera y los moriscos.
En torno a 1501 hay una revuelta mudéjar y los Reyes Católicos imponen, tras ello, el bautizo obligatorio, con lo que se rompe con una de las condiciones de las capitulaciones. Ello sumado a unas malas cosechas de esos años y al terremoto de 1518, comienza a complicar la situación social. Además, la población morisca o cristiana nueva era muy superior a la cristiana vieja en esos momentos y la tributación hacendística en Vera era tres veces superior a cualquiera de las zonas adyacentes.
Las ‘galeras de España’, ancladas en Cartagena y que patrullaban en la línea de toda la costa del levante no era suficiente para evitar los ataques marítimos, lo que suponía aumentar los gastos militares, para mantener atajadores, soldados, etc. En 1520 Argel cae bajo el ataque de los Barbarrojas, procedentes de la zona griega, gentes muy violentas. Esas unidades militares las pagaban los moriscos mediante una gran presión fiscal sobre su trabajo. También se hacía gracias a las miles de cabezas de ganado, que en los inviernos bajaban desde Granada hacia este sur, mediante los herbajes.
Aparte de la presión fiscal, también había una presión cultural frente a las diferentes costumbres moriscas. Esos dos mundos comenzaron a distanciarse a partir de 1525 y a surgir el término despectivo de ‘morisco’, en vez de ‘cristiano nuevo’. El trabajo minucioso e ingenioso de las huertas del morisco llegaba casi al nivel de la jardinería y se optimizada el recurso escaso del agua por medio de complejas tecnologías hídricas, con lo que podían sacar renta a sus tierras, obligándose a las tandas o turnos de riego, abancalamientos, norias, azudes, etc. Igual se podría decir de la producción de la seda, producto de lujo que sólo podía provenir de China, o de la miel y las colmenas.
Fue entonces cuando el Santo Oficio de la Inquisición comenzó a ser la protagonista (al margen de las exageraciones difundidas por la leyenda negra) y la confiscación de bienes, que comenzó ahora a ser un consecuencia directa de las falsas denuncias de los cristianos viejos hacia los nuevos, por desconfianza hacia sus supuestas creencias musulmanas y por la sospecha de que pudieran suponer una ‘quinta columna’ frente al poder establecido. En definitiva: se empezó a confundir la manifestación cultural (bailes, costumbres…) con las supuestas creencias religiosas. Aún así, la convivencia en Vera no fue tan extrema. La prueba está en que cuando se inició la guerra en 1568, los moriscos de Vera no se sublevaron, lo que demuestra que sus condiciones no fueron demasiado duras.