Llama la atención que los teatros, en muchas ciudades y poblaciones españolas, se llamen “Cervantes”. No sé si esto se debe en honor a quien fuera nuestro más genuino representante de las Letras españolas y Literatura universal, don Miguel de Cervantes Saavedra. Su archiconocida novela, “El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha”, la más editada y traducida tras la Biblia, adquirió tanta fama y renombre que, posiblemente, el apellido del autor sirviese de reclamo para que, como he dicho antes, muchos teatros españoles apropiasen tal nombre antroponímico.
Ahora bien, creo que el caso que me ocupa nada tiene que ver con la reflexión expuesta en el párrafo anterior. Parece ser que el Teatro Cervantes de Vera ya existía en el año 1888, siendo su promotor D. Francisco Cervantes Cano, según nos cuenta en su obra literaria el insigne maestro e historiador, D. Eusebio Garres y Segura. Nos dice D. Eusebio que el teatro tenía un aforo de unas doscientas localidades numeradas, patio de butacas, “gallinero”, seis sillas por cada platea, reservándose, al fondo, cuatro de éstas para propietarios y autoridades. El telón, elaboración del sacerdote don Alfredo Almunia, estaba compuesto por anuncios de comercios locales, y, su techo a dos aguas, fabricado de material parecido al cinc, cuando lloviznaba, dejaba oír las gotas de lluvia que caían sobre él. Sus reducidos camerinos formaban parte del interior del escenario. El piso de madera y el terciopelo verde eran unos de los materiales decorativos más característicos del teatro. El techo de lona pintada representaba alegóricamente a la diosa del teatro: Talía, dentro de un óvalo junto a las iniciales “TC” (Teatro Cervantes). Se accedía a él por tres puertas en la encrucijada de las calles del Mar y Tesoro.
Sería prolijo el transcribir las actas de sesión de plenos del Ayuntamiento en relación al contrato de seis años entre el Sr. D. José Sevilla García y el Consistorio. Este contrato, en forma resumida, hace mención “(…) a la construcción de asientos por parte del municipio, reintegrándose de su costo en las primeras funciones y, verificado esto, queden sus productos para el Hospital San Agustín de esta ciudad, autorizando al Sr. Alcalde para que de la partida de impuestos saque el costo de dichos asientos, así como los de restauración, decoración de butacas y conservación y todas aquéllas que falten por completar el cuadro que todo teatro ha de tener”… El contratista, según la sesión de 7 de septiembre de 1879 (libro 188, fol. 63) estaba obligado, durante el periodo de contrato, a entregar sesenta pesetas anuales al Ayuntamiento, siendo ingresadas éstas en el fondo del Hospital San Agustín. También en las cláusulas del mismo se especifican los escaños que el Consistorio tiene en su propiedad, así como el devengo económico de las cantidades por cada asiento de las funciones que se celebren y la reserva de plateas y asientos al Ayuntamiento.
En el Teatro Cervantes se dieron a conocer compañías como la de Pastrana y la de Manuel Benito Arroyo durante temporadas amplias que solían coincidir en invierno. Después, en los años cuarenta y cincuenta, el teatro fue utilizado como cine, mítines políticos, bailes de carnaval, variedades, cante flamenco (Juanito Valderrama, Manolo Escobar,…). Más tarde, el teatro aficionado de Vera ha contado con buenos directores y actores, destacando Juan López Giménez, Pepe Bascuñana, Pepa Cervantes, Paco Ketterer, Cati Ángeles López, Antonio Morata, Solita Fernández, Bartolomé Quesada, Ana Orozco, Anita Carmona, Ezequiel Navarrete, Enrique de Haro, Manolo Ruiz, Fernando y Juan José Guisado, Lolita de Haro, Antonio y Francisco Caparrós, María del Carmen Visiedo, Juanito Garrido, Manuel Flores…
Dicho lo anterior, mis coetáneos, los que lo hemos conocido desde niño, y utilizado éste, más como cine que teatro, siempre tendremos presente en la retina de nuestros ojos la visualización de esa emblemática joya de nuestro patrimonio histórico-cultural que nunca tenía que haber desaparecido (finales de los años ochenta); más bien rehabilitado y declarado Bien de Interés Cultural. Al igual que el Pósito Municipal, esta reliquia, el Teatro Cervantes, ennoblecía e imprimía carácter a un pueblo que se sentía orgulloso al contemplarlo por su prestancia y distinción.
Por último, desde estas líneas, rendir tributo y homenaje a los anteriormente mencionados en su condición de directores y actores teatrales, así como a todas aquellas personas que hicieron posible que el cine fuese una realidad en Vera: Francisco Cervantes de Haro (propietario), Miguel Artero (empresario), Antonio Berruezo (gerente), Alfonso y Francisco Gerez (portero y acomodador), José Segura (portero), José Antonio Urrea, “El Pequeñín”(sala de proyecciones), Dolores Lorenzo (limpiadora), Rosa Cano (taquillera) y José Caparrós Lorenzo (ayudante de proyección).
Autor: Diego Morales Carmona