Los ‘Soles de Oro’ de Vera son una joya única que tan solo unos pocos afortunados poseen. Se entregan anualmente en Fitur desde 1996. Celebridades como David Bisbal o Agatha Ruiz de la Prada, restauradores como Antonio Carmona o Juan Moreno, empresas como Hermanos Aznar o Valle del Este, son algunos de los que cuentan con uno. Pero antes de estar en sus manos, todos ellos han pasado por las de la orfebre veratense Francisca Soler.

En su pequeño taller ubicado en la trastienda de la Joyería Sol, en la calle Mayor, Francisca Soler elabora artesanalmente cada uno de los ‘Soles de Oro’. Por ello cada uno es distinto y único. Además, su diseño es exclusivo para el Ayuntamiento de Vera, por lo que no están a la venta.

El ‘Sol de Oro’ es un pin labrado en oro de 18 quilates que reluce tanto como el astro rey. En el centro, rodeado por rayos, luce una “V” de Vera sobre un mar. Se entrega enmarcado y junto a un manuscrito conmemorativo que también elabora y decora minuciosamente la orfebre.

Inspiración en Vera
Solo hace falta echar un vistazo a las vitrinas de su joyería para darse cuenta de que Vera es una de las mayores inspiraciones para Francisca Soler. Ha elaborado pines con el escudo de Vera, colgantes con jarras de cinco picos, o pequeñas réplicas en metal de las imágenes de las diferentes hermandades veratenses —la Virgen de las Angustias y Jesús Nazareno —.

Pero una de las obras más personales de la artista y que muestran ese profundo amor a la ciudad, es la que denomina ‘Joya de Vera’: una pieza con la que quiso rendir un homenaje a su pueblo. Es una gargantilla elaborada en plata de ley y oro de 18 quilates, con detalles en nácar y aguamarinas que representa una vista de la localidad con la iglesia parroquial, el cerro del Espíritu Santo al fondo, el palmeral, la playa y su eterno sol. Una pieza que diseñó a finales de 2016 y que tan solo elabora por encargo.

La inspiración le sobrevino de repente, como sucede en las mejores obras. “Estaba viendo una foto del paisaje con la iglesia y el Espíritu Santo al fondo y decidí que tenía que convertirlo en una joya”, explica.

Nieta y sobrina de relojeros, a Francisca, sin embargo, siempre le sedujeron más las joyas. Estudió en el Instituto Europeo de Joyería y Gemología de Madrid y después amplió sus conocimientos en un taller de Barcelona. Perteneció a la extinta Asociación de Mujeres Artesanas de Almería, con la que expuso parte de sus obras en Milán.

Su forma de trabajar es altamente artesana. Da forma a un trozo de metal, convirtiéndolo en una pieza única, sin ningún tipo de moldes. Mezcla los metales nobles y puros para obtener un lingote que después habrá de convertir en láminas e hilos. Luego la trabaja con segueta, limas y fuego hasta obtener la pieza que, una vez pulida, se convierte en una joya exclusiva y única, como los Soles de Oro.

Es una persona, por encima de todo, extremadamente creativa. “Siempre se me ha dado bien el dibujo”, reconoce. Ello le sirve para diseñar piezas de gran belleza y totalmente exclusivas. Además, realiza cuadros con piezas de maquinaria de relojes y en su joyería también ofrece diferentes colecciones de regalos personalizados que van desde contar historias con pequeñas placas metálicas hasta convertir en joyas los dibujos de los pequeños de la casa.

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